“Y el furor de Jehová se encendió contra Uza, y lo hirió, porque había extendido su mano al arca; y murió allí delante de Dios. Y David tuvo pesar, porque Jehová había quebrantado a Uza; por lo que llamó aquel lugar Pérez-uza hasta hoy”. 1 Crónicas 13:10-11.

David quería traer el arca de Dios a Jerusalén. La intención era buena, pero el método no. Dios nunca dijo que el arca se podía trasladar en un carruaje tirado por animales, sino que los sacerdotes eran los responsables. Dios tuvo que mostrarle a David que no alcanza con las buenas intenciones, sino que las cosas hay que hacerlas a Su manera.

Todo marchaba al compás de la música de alabanza y adoración. El ambiente era maravilloso. ¡Nos hubiéramos gozado con el pueblo! Pero Dios no tolera la desobediencia y las consecuencias eran inevitables.

Cuando David vio lo que le sucedió a Uza se sintió muy mal. Si lees los pasajes de 1 Crónicas 13:12 y 2 Samuel 6:8-10 verás que pasó por muchos estados emocionales: “Tuvo pesar”, “se entristeció”, “temió”, “no quiso traer el arca”. Tal vez se preguntó: “¿Por qué pasó esto si queríamos agradar a Dios, estábamos adorándole y trayendo su arca?”

Esta situación lo llevó a la ley de Moisés y allí descubrió cómo debía trasladarse el arca: “Entonces dijo David: El arca de Dios no debe ser llevada sino por los levitas; porque a ellos ha elegido Jehová para que lleven el arca de Jehová, y le sirvan perpetuamente”. (1 Crónicas 15:2). ¡Ahora sí lo haría de acuerdo a la voluntad de Dios!

Gracias a Dios por el sacrificio de Cristo en la cruz, porque Él logró la propiciación y hoy la ira de Dios no se manifiesta inmediatamente. Si no fuera así, hoy mismo sufriríamos terribles castigos.

Que esta historia nos ayude a recordar que no podemos relacionarnos con Dios como nosotros creamos conveniente. Él ya definió esa relación a través de Su Palabra y nosotros debemos ajustarnos a Su voluntad.

Poder acercarnos con libertad al Señor es uno de los más grandes privilegios que tenemos como sus hijos, pero eso no significa que lo hagamos de cualquier manera. No debemos olvidarnos que Él es Dios.

“Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis”. (Juan 13:17).

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
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