“Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo. ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!”. Romanos 10:13-15.

Hemos recibido la salvación por gracia de Dios, y porque alguien nos habló de Cristo. A mí me predicaron mis padres; a mi esposa, un vecino; a mi padre, un amigo. Y a ti, ¿quién te compartió el evangelio? Si lo recuerdas, dale gracias a Dios por haberlo usado. Sin embargo, no solo debes agradecer, ahora tienes un mensaje para compartir.

El argumento del apóstol Pablo es contundente: Para que alguien invoque a Cristo debe creer en Él, para que crea necesita escuchar el mensaje y para escuchar necesita que alguien se lo predique. Hoy, a través de este devocional, quiero decirte que Dios te ha llamado a ti para anunciar la salvación a todos los que tienes cerca.

Jesús nos dejó este mandato: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15). Tú y yo estamos incluidos en el versículo 15 y también en Romanos 10. Hoy, para compartir lo que el Señor vino a ofrecer a la humanidad, no necesitamos “mover los pies” como antes; quizás debamos mover más las manos o los dedos pulgares sobre el teléfono o la computadora y enviar el mensaje. ¡Cuántos mensajes sin valor circulan por las redes y qué poco tiempo se invierte en compartir el mensaje que definirá el destino eterno de cada persona!

No es complicado ser un mensajero del evangelio, solo debes haber recibido a Cristo como Salvador. El mensaje está en la Biblia y anunciamos lo que Dios dijo en Su Palabra y nosotros hemos creído. Cuando el verdadero evangelio es presentado, el Espíritu de Dios es quien convence de pecado y lleva a las personas a Jesucristo.

“…de gracia recibisteis, dad de gracia” (Mateo 10:8b). Habla y permite que muchos se beneficien del poder salvador y transformador del evangelio.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
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