“CONSOLADOS EN LAS TRIBULACIONES”

“Porque de cierto, cuando vinimos a Macedonia, ningún reposo tuvo nuestro cuerpo, sino que en todo fuimos atribulados; de fuera, conflictos; de dentro, temores.” (2 Corintios 7:5).

Pablo es uno de esos hombres que puede expresar sus sentimientos sin reparos, sin timidez, sin complejos. Cuando él estaba mal, lo decía abiertamente. Por eso debemos prestar mucha atención a las expresiones que usa para describir ciertas situaciones que debía atravesar. Al fin nos damos cuenta que el apóstol era tan humano como nosotros, pero con una fe que deberíamos anhelar tener.

Nos expresa aquí que estaba pasando por todo tipo de presiones. Además las separa en internas y otras externas. “De fuera, conflictos”. En griego “conflicto” significa “luchas, contiendas, combates, riñas”. Lo que estaba viviendo lo consideraba una verdadera lucha, tanto física como espiritual. Estaba sufriendo persecución de parte de los judíos radicales al punto de creer que podía perder la vida. Las presiones externas no le daban tregua, no había tiempo para descansar ni para relajarse.

Por otro lado, Pablo dice también que estaba siendo atribulado “de dentro” con temores. La palabra griega para «temor» es fobeo, que significa “tener miedo, amedrentarse”. Esta palabra tenía el sentido de huida, pero también aquello que puede provocar la huida, por ejemplo, la intimidación de los adversarios. A veces el apóstol sentía que quería escapar, huir, irse bien lejos de la situación.

Sin duda, nosotros sentimos lo mismo cuando pasamos por presiones fuertes. Parece que estamos enfrentando una lucha sin fin, con temores de perderlo todo, incluyendo nuestras vidas. Como humanos reaccionamos ante los peligros de muchas maneras, pero la salida no está en nuestras propias fuerzas y estrategias sino en Dios. La respuesta está en el versículo siguiente: “Pero Dios, que consuela a los humildes, nos consoló…” (v. 6).

Dios llena nuestra alma de consolación. Cuando ponemos nuestra confianza en Cristo, comienza a actuar en nuestras luchas externas, y a su vez, nos llena de paz, gozo y consuelo sobrenatural para que el temor empiece a desaparecer y le dé lugar a la fe.

El Consolador, el Parakleto, el que está llamado a permanecer siempre a nuestro lado, nunca nos abandonará. Cuando te sientas abrumado por las presiones que te rodean y sientas temor, recuerda que el Espíritu Santo vive dentro de ti y está esperando que le des la oportunidad de actuar a tu favor.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
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