“En mi angustia invoqué a Jehová, y clamé a mi Dios. Él oyó mi voz desde su templo, y mi clamor llegó delante de él, a sus oídos.” Salmo 18:6.

Todos podemos pasar tiempos de “angustia”. Esta palabra en hebreo es tsar y significa “estar estrecho; en lugar apretado; sufrir oposición; tener adversarios, estar en aflicción, congoja o tribulación.” Sabemos muy bien de qué se trata esta palabra.

Cuando pasamos por situaciones apremiantes hasta nos cuesta articular palabras delante del Señor. Tal vez lo único que podemos expresar desde lo más profundo de nuestro corazón es: “Señor, ayúdame por favor…” ¿Será que Dios puede escuchar una oración tan corta y sin tantos detalles? ¿Atiende el Señor una oración sin largos prólogos ni argumentos coloridos?

La Palabra de Dios nos dice que Él escucha todas las oraciones que se hacen con fe. Más allá de las palabras que usemos, se trata de Quién es el que escucha la oración. De acuerdo al Salmo 18, lo primero que hizo el salmista fue “invocar” a Jehová. ¡Ahí radica el secreto! Invocar significa “llamar por nombre, dar voces”. ¿Podemos creer que tan solo mencionando el nombre de Dios en nuestra angustia Él viene en nuestra ayuda?

¿Recuerdas el caso del ciego Bartimeo? Invocó y clamó a Jesús desesperadamente. Su voz se hizo oír hasta que el Señor hizo el milagro. Así sucede diariamente. El Señor siempre está atento a nuestra invocación. El apóstol Pablo nos dice que para alcanzar salvación todo comienza con una invocación al Dios verdadero. “Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.” (Romanos 10:13).

Después de invocar a Dios en la angustia, debemos saber que Él estará con nosotros durante ese tiempo difícil, pero también traerá la respuesta en el momento indicado, nos mostrará la salida. “Me invocará, y yo le responderé; con él estaré yo en la angustia; lo libraré y le glorificaré”. Salmo 91:15.

No esperes ni un minuto más. Acércate a la misma presencia de Dios, allí donde te encuentras e invoca el nombre del Señor. ¡La respuesta está en camino!

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
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