“Abram acampó en la tierra de Canaán, en tanto que Lot habitó en las ciudades de la llanura, y fue poniendo sus tiendas hasta Sodoma.” Génesis 13:12.

Lot era considerado por Dios un justo para su época (2 Pedro 2:7). Había aprendido acerca del verdadero Dios a través de las enseñanzas de su tío Abram, y fue tan bendecido con ganado y posesiones que la tierra ya no era suficiente para que habitasen juntos. Entonces Abram tomó la iniciativa para resolver esto y permitió que Lot escogiera las tierras que quería ocupar.

Lot eligió la región más verde y con mejor proyección humanamente hablando, pero no consideró que eso significaba vivir cerca de Sodoma, una ciudad conocida para su pecado. Con el tiempo, Lot no solo estaba cerca de Sodoma, sino que poco a poco fue moviendo sus tiendas hasta habitar en esa ciudad.

Al principio todo parecía ir bien, pero el pecado que le rodeaba comenzó a angustiarle hasta llegar a estar “abrumado por la conducta desenfrenada de los malvados” (2 Pedro 2:7). Pensar que su decisión de habitar en Sodoma no traería graves consecuencias fue un gran error de Lot. La influencia pecaminosa de Sodoma hizo que Lot lo perdiera todo, y si no hubiera sido por la intervención de Dios, también hubiera perdido su vida.

Hoy vivimos rodeados del “espíritu de Sodoma”. El pecado nos rodea, trata de seducirnos, influenciar a nuestra familia con el fin de matar convicciones espirituales y vivir como la mayoría. Si no prestamos atención a esta realidad y ponemos nuestra mirada en el Señor, día a día iremos “moviendo nuestras tiendas” hasta quedar atrapados. Este sistema sodomita también tiene un triste y trágico final. Y si estamos todavía aquí es para rescatar a otros que están atrapados en las garras del diablo, no para ser atrapados por él.

El Señor nos urge a responder esta pregunta: ¿Has movido tu “tienda” más cerca del pecado? Quizás deberíamos pedirle a Dios que perdone nuestra tolerancia con el pecado y nos haga más fuertes y determinados a vivir en santidad. “Mas el fin de todas las cosas se acerca; sed, pues, sobrios, y velad en oración”. (1 Pedro 4:7).

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
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