“Entonces Elías se paró frente a todo el pueblo y dijo: ¿Hasta cuándo van a estar claudicando entre dos pensamientos? Si el Señor es Dios, síganlo a él; pero si piensan que Baal es dios, entonces vayan tras él…” (1 Reyes 18:21).

En ese tiempo Elías parecía ser el único hombre de Dios digno de confianza. Los demás israelitas seguían sus propios deseos o se dejaban arrastrar por la presión “social”. La moda era ser seguidor de Baal, un espantoso dios de los cananitas.

Imagínate comenzar cada semana con compañeros de trabajo “baalistas”. Los lunes por la mañana solo hablaban de las fiestas que habían tenido en honor al dios pagano, de las mujeres que habían conocido, de los licores que habían probado, de los nuevos juegos que habían inventado. Pero si a estos judíos les preguntabas si creían en Dios, te aseguraban que Jehová era su Dios, como lo era también de sus padres y abuelos. Ah, la tradición había que respetarla… Así que por un lado seguían a Baal, y tradicionalmente a Jehová.

Elías fue sensible al Señor y tomó la decisión de hacer algo. Él no quería que sus compatriotas recibieran las consecuencias de la desobediencia a Dios. En medio de un país en caos debido a la falta de liderazgo espiritual, Elías se puso de pie y los confrontó con estas palabras: ¿Hasta cuándo van a estar claudicando entre dos pensamientos? Si el Señor es Dios, síganlo a él; pero si piensan que Baal es Dios, entonces vayan tras él…” Es decir, decídanse por un solo camino.

Los hombres estaban claudicando. Según el diccionario, claudicar significa “ceder, rendirse o renunciar, generalmente, a causa de una presión externa”. ¿No es acaso el mismo problema que tenemos hoy? Muchos que han escuchado el evangelio siguen dudando entre rendirse a Dios o continuar bajo la presión de grupo.

Cada día enfrentamos situaciones que nos llevan a decidir entre obedecer a Dios o seguir lo que dicen los demás; vivir según lo que le agrada a Dios o a este mundo. En el momento en que dudamos, estamos claudicando entre dos pensamientos.

El mensaje de Elías también nos llama hoy a reflexionar: ¿De qué lado estás?

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
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