“Pero José les respondió: No me tengan miedo. ¿Acaso soy Dios para castigarlos?  Ustedes se propusieron hacerme mal, pero Dios dispuso todo para bien. Él me puso en este cargo para que yo pudiera salvar la vida de muchas personas.  No, no tengan miedo. Yo seguiré cuidando de ustedes y de sus hijos. Así que hablándoles con ternura y bondad, los reconfortó”. Génesis 50:19-21 (NTV).

La escuela de formación de José fue muy difícil. Este hijo mimado de Jacob tuvo que soportar los actos más crueles de sus hermanos motivados por la envidia. Fue vendido a unos madianitas como esclavo y luego comprado por Potifar, el jefe de la guardia del faraón. Acusado falsamente por la esposa de su amo fue enviado a la cárcel. Allí, el copero se olvidó de él después de haber interpretado su sueño. Hasta que el reloj de Dios marcó el momento exacto en que José sería elevando a la posición de Gobernador de Egipto.

Si usted lee la historia del encuentro de José con sus hermanos, no puede dejar de conmoverse por el perdón, la compasión y la bondad mostrados hacia ellos. Pero ¿cómo pudo José guardar su corazón de resentimientos y deseos de venganza? El secreto residía en conocer a Dios, saber que es Soberano, Sabio y que todo lo que hace obra para bien. Él había pasado por todas esas difíciles circunstancias para: “Mantener con vida a mucho pueblo”. Gracias a José, hoy existe la nación de Israel.

Él nunca olvidó los sueños que Dios le dio en su adolescencia. Creo que eso lo mantuvo firme, sabía que Dios tenía un propósito con su vida y esa confianza fue mucho más grande que todas las heridas que le provocaron. José guardó su corazón hasta el último día de su vida porque confió y dependió de Dios.

¿Tienes a alguien a quien debes perdonar pero te cuesta hacerlo al recordar lo que te ha hecho? ¿Has perdonado con tus palabras, pero en tu corazón todavía hay resentimiento? Sin duda todo corazón dolido necesita tiempo para sanar, pero debemos darle lugar a Dios para que nos ayude a perdonar como Él nos perdonó a nosotros. La falta de perdón se puede transformar en una dura prisión, pero el Señor puede librarnos.

Recuerda que las situaciones difíciles por las que has pasado, Dios las puede cambiar para bien como lo hizo con José porque te ama.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini Iglesia Cristiana Renacer Lynn

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