“¡Houston, tenemos un problema…!” ¡Quién no ha repetido alguna vez esta famosa frase del astronauta Jack Swigert durante el accidentado viaje del Apolo 13! Este pedido de ayuda se inmortalizó después de que el astronauta observara una gran cantidad de luces de advertencia encendidas indicando la pérdida de dos de las tres fuentes generadoras de energía. Tuvieron que tomar varias medidas antes de poder regresar a la Tierra sanos y salvos.

Muchas veces, también nos sorprenden situaciones potencialmente peligrosas en nuestra vida que requieren atención inmediata. Se “encienden esas luces de advertencia” en nuestro carácter, en nuestro matrimonio, en las relaciones con nuestros hijos, con parientes, con amigos, con hermanos en la fe… ¿Y qué hacemos?

En primer lugar, actuar antes de que sea demasiado tarde. No hagas como un amigo en Argentina que cuando se encendió la luz roja que señalaba problemas con el aceite de su auto, le puso una pegatina para que la luz no le molestara… Como te imaginarás, se fundió el motor. Nunca deberíamos ver las advertencias como señales molestas que perturban nuestra comodidad. Si el rumbo de nuestra vida está perdiendo dirección, debemos actuar o esperar lo peor.

En segundo lugar, debemos buscar ayuda en el lugar correcto. Los astronautas no llamaron a Home Depot ni al desarmadero de Don Carlos para pedir ayuda. Ellos recurrieron a la torre de control de Houston, los únicos que podían ayudarles en esa situación. Lo mismo sucede con nosotros. Si ante las fuertes señales de peligro solo acudimos a las personas que nos dirán lo que queremos escuchar, estaremos perdidos.

Dios es la “Torre de Control” a donde debemos acudir. Si lo hacemos a un lado, terminaremos como Israel: “Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua. ¿No te ha pasado todo esto por haber abandonado al Señor tu Dios, mientras él te guiaba por el camino?” (Jeremías 2:13,17).

En tercer lugar, debemos obedecer la dirección que recibimos de Dios con precisión absoluta. No alcanza con desviar la dirección 1 grado cuando se nos ha dicho 5 grados. No podemos actuar fuera de lo que Dios estableció en su Palabra.

Cuando nos sometemos al Espíritu Santo para seguir su dirección encontraremos la salida. Dios dispondrá de los recursos que crea necesarios para guiarnos y ayudarnos a enderezar el rumbo.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini Iglesia Cristiana Renacer Lynn

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