El círculo de la vida

Juana era hija única quien cursaba su tercer año en el instituto, se molestaba cada vez que su madre le aconsejaba sobre la necesidad de continuar sus estudios y honrar a sus padres ya que ellos estaban queriendo darle siempre lo mejor y un mejor futuro, por lo que además le llamaron la atención a un joven que pretendía a la pequeña Juana y estaba haciendo que ella tuviera cierta forma de rebeldía en sus años más difíciles como lo era su inicio de la adolescencia, etapa tan dura para la mayoría de jóvenes y que sin los principios bíblicos y morales arraigados en su vida serían presa más fácil y su fracaso no se dejaría esperar.

Juana estaba teniendo actitudes incorrectas para con sus padres ,ellos notaban algo de sarcasmo en sus respuestas.

Llego un día en el cual encontraron a Juana en el baño de la casa con abundantes vómitos, la madre quedó viendo a su marido y las preguntas empezaron a surgir pues ya habían notado en los días anteriores que su coloración del rostro era un poco más pálido. La madre abrió la puerta del sanitario y mientras Juana seguía con el vomito, su madre pudo ver la pequeña prueba de embarazo en la cual aparecía un signo de una cruz color rojo, este signo para algunos es sinónimo de alegría, no así para otros, ya que la ven como una cruz reflejada en esa prueba y es la que se debe empezar a llevar y con mucho amor en la vida de la paternidad. eso fue suficiente para que doña clemencia cayera casi desmayada y su marido empezara a preguntarle que le pasaba. Ella en su flacidez y nervios de punta le mostró la prueba de su hija.

La historia a partir de ese momento cambió para Juana quien reconoció su embarazo y los cambios en su área corporal.  Días después fue llevada al ginecólogo y le realizaron su ultrasonido, y se podía ver un saco gestacional bien implantado, era una nueva criatura que venia al mundo. A don Antonio le temblaban las piernas al ver con seguridad que ahora su pequeña estaba esperando a ser madre.

Doña clemencia no podía con la situación que se había salido de sus manos, por lo que sus nervios la traicionaron, ahora don Antonio tenía 2 personas a quienes atender .

Llevaron a Doña Clemencia al psiquiatra, quien era un creyente Bíblico y quien la abordo sentándola en aquella silla reclinable, el techo del consultorio de color blanco y las paredes con diferentes artes que colgaban de la misma.

El psiquiatra partió del problema que había llevado a tal situación, la llevo a una catarsis de tal forma que cuando el psiquiatra le interrogó sobre su pasado de su vida y salió a la luz otra verdad: doña Clemencia también se había ido de la casa a los 15 años con su marido actual, y no le había dado aviso a sus padres, quienes nunca pudieron convencerla de su actuación en aquel entonces y quedó embarazada a los 16 años de Juana. Ahora el médico podía entender algunas cosas sobre lo que los orientales le llaman karma.

Entonces el médico le dijo : –Doña Clemencia, su nombre es muy importante en esta situación, ya que usted debe tener clemencia por su hija, quien ha repetido un capítulo que se parece mucho al suyo.

— Usted debe perdonar a su hija, ya que al igual que según usted me cuenta, sus padres también le perdonaron dicha ofensa a su familia al no darse en matrimonio, lo cual en la cultura de su familia era tan importante.

Mientras doña Clemencia escuchaba al psiquiatra hablarle a ella, se estaba reencontrando con ella misma ya que esa parte de su vida había quedado en el olvido .

Ella le dijo al psiquiatra: — Mire doctor, ese muchacho, ha estado tratando de llevarle detalles y alimentos a nuestra hija, pero mi esposo y yo se lo hemos impedido, ya que él es un joven de 18 años y podíamos meterlo en prisión, porque ella es menor de edad, pero hemos decidido no hacerlo .

El psiquiatra le hizo ver algunas de las cosas positivas de este problema y le dijo:

–Doña Clemencia usted debe perdonarse primero por lo de su pasado, ahora debe perdonar a su hija y llevar adelante esta situación, y debe darle la oportunidad al joven que trabaje dignamente para aprender con más responsabilidad a llevar dicha manutención, y que al tener la mayoría de edad, ellos puedan darse en matrimonio y así romper algunos eslabones que le siguen a su familia, ya que soy creyente de la Biblia donde todo regresa a nosotros sea bueno o sea malo, lo que sembramos, también eso cosechamos.

Todo esto hizo que Doña Clemencia se sintiera mucho mejor y llevaba más fuerza de enfrentar dicho reto al lado de su hija, quien ahora tendría mas dificultad en salir adelante pero con la ayuda de Dios y de su familia y con una buena actitud podían superarse dichos obstáculos, y el nuevo integrante de la familia vendría a ser una gran bendición a pesar de las circunstancias en que sucedió.

Muchas veces olvidamos los preceptos Bíblicos que nos dan el consejo oportuno, y al mismo tiempo nos confronta a nosotros mismos y que dice: «…pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará…» (Gálatas 6:7-9).

Cuántos de nosotros somos resultado de aquello que no fue lo correcto, y sin embargo Dios en su misericordia hace grandes personajes de aquellos que el mundo no daría siquiera 5 centavos. (1 Corintios 1:25-29).

Eso es misericordia, sin embargo para evitar muchos dolores y sufrimientos humanos deberíamos seguir leyes espirituales y físicas, las cuales son hechas para proteger a las personas de imprevistos ya previstos por la palabra de Dios .

Olvidamos que somos víctimas de nuestras mismas decisiones y acciones que repercutirán en el futuro no solo a mi mismo, sino que también pueden repercutir en nuestras familias a quien tanto amamos, de manera positiva o negativa.

No debemos actuar como jueces, ya que si nos ponen un juez, entonces tendremos muchas cosas de las cuales rendir cuentas, y posiblemente los problemas sean mayores a esos que nosotros les estamos juzgando a los demás.

Dios les bendiga.

Dr. Mauricio Loredo

Miembro de la Iglesia de Dios Comunidad de Gracia Siguatepeque – Honduras. 

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