¿Por qué puede decaer el semblante de una persona? Hay muchas razones que pueden hacer eso, pero debemos cuidar que no sea por el enojo y la envidia de nuestro prójimo.

Muchas veces puede pasar que al ver a nuestro prójimo que ama al Señor y recibe del Señor TodoPoderoso lo Bueno podemos decir: ¿y yo por qué no recibo esa bendición?

Hay otros que no lo aman tampoco y tienen grandes posesiones, pero esos son tema aparte a la presente reflexión.

Es la pregunta qué posible se hizo Caín, y Dios le desnudó el corazón y le dijo: “Entonces Jehová dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante? Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él.” ‭Génesis‬ ‭4:6-7‬

Debemos cuidar de no ensañarnos contra nuestros prójimos, y así nuestro ser interior no sufrirá los embates ya que estos ensañamientos pueden llevarnos a poder hacer cosas de las cuales podríamos arrepentirnos el resto de nuestras vidas.

Ten tu comunión con Dios y trata de darle siempre lo mejor a Él como Abel, pues él daba lo mejor, los primogénitos de sus ovejas, lo más gordo, lo mejor.

Después de Abel quien fue un gran ejemplo, vino Set, conforme a la imagen y semejanza de Adan y Set tuvo un hijo a quien llamó Enos, y a partir de Enos comienza la generación que comienza a invocar el nombre del Señor.

Caín y toda su descendencia fue una descendencia que no invocaron el nombre del Señor; aunque fueron grandes artífices de los metales, de la flauta, el arpa, de los que habitaban en tiendas y que hacían grandes edificaciones.

Pero de la línea de los que invocaban al Señor vino también Noé, quien fue el escogido para poder salvar la humanidad y la humanidad no quiso. Entonces solo Noé y su familia entró en conjunto con los animales, para darnos testimonio para nuestros días.

Recordemos, si haces lo bueno, recibiremos lo bueno. Si hacemos lo bueno, haremos buenas historias para la humanidad y empedraremos las calles del cielo con lo que hagamos aquí.

No hay tiempo para amarguras y rencores, ni para culpar a otros, ya es tiempo de volver a vivir en esa bendición que Dios quiere que vivamos haciendo nosotros nuestra buena parte que nos toca.

Dr. Mauricio Loredo

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