“Pero el Señor tu Dios se negó a escuchar a Balaam y convirtió esa maldición en bendición, porque Dios te ama”. Deuteronomio 23:5 (NTV).

Cuando leemos la historia de Israel desde la salida de Egipto y recordamos todas sus provocaciones, murmuraciones, quejas, terquedad, rebeldía e idolatría, solo podemos esperar leer que fueron castigados por sus acciones, sin embargo, nos topamos con los capítulos 23 y 24 del libro de Números y encontramos que Dios los bendice de una manera que nos deja con la boca abierta.

Los moabitas estaban aterrados por la manera en que Dios ayudaba a Israel a ganar las batallas, y creyeron que si Él los maldecía, la situación sería favorable para ellos. Entonces el rey buscó al profeta Balaam, quien podía haber profetizado cualquier mal sobre el pueblo por una buena suma de dinero, y cuando intenta hacerlo, Dios se lo impide. Por el contrario, solo podía pronunciar bendiciones para Israel con expresiones tan maravillosas como esta: “¡Qué hermosas son tus tiendas, oh Jacob; qué bellos son tus hogares, oh Israel! Se extienden ante mí como arboledas de palmeras, como jardines por la ribera. Son como altos árboles plantados por el Señor, como cedros junto a las aguas. Agua fluirá de sus cántaros; su descendencia tendrá toda la que necesite… Bendito todo el que te bendice, oh Israel, y maldito todo el que te maldice.” (Números 24:5-7,9). ¿Acaso Dios puede decir esto de Israel después de tanta rebeldía e ingratitud? ¿Dios lo está diciendo en serio…? ¡Wow! ¡Nunca serían estas nuestras palabras para alguien que nos desobedece permanentemente! Sin embargo, Dios…

La única respuesta que tenemos es que Dios convirtió esa maldición en bendición porque les amaba. ¡Es que nos quedamos sin argumentos cuando nos topamos con el incomprensible amor de Dios!  Siempre dispuesto a derramar su gracia infinita sobre su pueblo.

No somos mejores que el pueblo hebreo. Cuántas veces le habremos preguntado al Señor: ¿Qué fue lo que te movió a amarme? ¿Por qué me sigues amando a pesar de mis debilidades y errores? ¿Cómo es que puedes perdonarme aun cuando he pecado intencionalmente? La respuesta sigue siendo la misma: “Porque te amo”. “Te amo de tal manera que envié a mi Hijo en rescate por ti para que estuvieras a mi lado siempre.”

Si hoy somos bendecidos, es sencillamente por su puro amor (Efesios 1:3-5). No tenemos ningún mérito, no somos merecedores. Nunca olvidemos que el Señor todo lo hace por amor, y que ese amor es el que nos seguirá sosteniendo hasta el fin.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini Iglesia Cristiana Renacer Lynn

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