“Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba. Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi padre…” Lucas 15:16-18.

Una crisis es una “situación grave y decisiva que pone en peligro el desarrollo de un asunto o un proceso”, según el diccionario.  Todos podemos atravesar crisis ya sea por malas decisiones, por culpa de otros o por circunstancias de la vida. Según la Palabra, Dios usa las crisis para transformarnos.

Muchas veces Dios permite ciertas crisis para darnos la oportunidad de corregir nuestro rumbo. En el caso del hijo pródigo, “volvió en sí” recién cuando no tenía nada para comer, ni siquiera podía tocar las algarrobas de los cerdos. ¡Qué crisis tan dura! Pero fue la única manera de que reaccionara e hiciera decisiones diferentes para salir de esa condición. ¡Cuán bajo podemos caer si no reaccionamos a tiempo!

Dios también permite crisis para que recordemos que somos vulnerables y débiles. A veces nos sentimos tan fuertes y seguros que necesitamos un sacudón para reconocer que solo la gracia de Dios es la que nos sostiene. El hijo prodigo se fue de la casa muy seguro de sí mismo, creyendo que podía vivir de la bolsa de dinero que le había dado su padre.

Muchos hombres de Dios pudieron reconocer su absoluta necesidad de Él al enfrentarse a las peores crisis de sus vidas. Josafat ante un numerosísimo ejército dijo: “No sabemos qué hacer”. Jacob en Peniel: “Le tengo miedo a mi hermano”. Los apóstoles frente a la persecución: “Mira sus amenazas”. Gedeón escondido en un lagar: “Mi familia es pobre y soy el menor”. Pero a partir de esas circunstancias pusieron su confianza en Dios y experimentaron liberaciones gloriosas.

El hijo pródigo se confrontó consigo mismo y dijo: “Me levantaré, iré a mi Padre, y le diré que he pecado”. Solo al tocar fondo pudo recapacitar y dar el primer paso para ser restaurado. Al regresar a su casa arrepentido, su padre corrió hasta él para recibirlo y restituir su lugar en la familia. Lo mismo hace el Padre celestial por nosotros porque ninguna debilidad o pecado supera a la gracia de Dios.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini Iglesia Cristiana Renacer Lynn

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