“Levántate, porque esto es algo que a ti te toca hacer; nosotros te apoyaremos. Anímate, y manos a la obra.” Esdras 10:4.

Esdras tenía un desafío difícil, debía reedificar la vida espiritual de la nación de Israel. Los que habían sido deportados a Babilonia estaban volviendo después de muchos años fuera de su patria. Al regresar, todo lo que vieron fue destrucción, ruinas. No era un panorama alentador. Ni siquiera podían empezar de cero, porque debían remover primero los escombros para después comenzar a reconstruir. Había mucho trabajo y pocas manos para hacer la obra.

Esdras era un sacerdote, escriba y gran líder, dotado por Dios con muchas capacidades para llevar adelante el proyecto de reconstrucción espiritual.  Su nombre en hebreo significa “Dios es ayuda”. Cada día de su vida, su identidad estaba ligada a lo que el Todopoderoso podía hacer a su favor.

Muchas veces se sintió intimidado, pero nunca se quedó paralizado, sino que avanzó confiando en la protección del Señor. Cuando tomó el camino para regresar a Jerusalén, sabía que había muchos maleantes y ladrones merodeaban por esas tierras, pero oró a Dios poniendo su confianza en Él: “Pues me dio vergüenza pedirle al rey soldados y jinetes que nos acompañaran y nos protegieran de los enemigos durante el viaje. Después de todo, ya le habíamos dicho al rey que ‘la mano protectora de nuestro Dios está sobre todos los que le buscan, pero su enojo feroz se desata contra quienes lo abandonan’. Así que ayunamos y oramos intensamente para que nuestro Dios nos cuidara, y él oyó nuestra oración.” (Esdras 8:22-23).

Esdras no era un teórico de la Biblia; él amaba la Palabra de Dios y la ponía en práctica. Cuando llegó a Jerusalén, pudo ver más que una pila de escombros, vio el problema espiritual del pueblo. Entonces oró y clamó por su nación. Cuando le comunicó a su gente lo que decía la Palabra que debían hacer, ellos le respondieron: “Levántate… nosotros te apoyaremos. Anímate, y manos a la obra.” (Esdras 10:4). Esa era la actitud que Esdras esperaba del pueblo, y es la misma actitud que el Señor espera de nosotros.

¿Cuál de todas tus responsabilidades haz puesto a un lado? ¿Te cuesta auto disciplinarte para tener tu tiempo a solas con el Señor? ¿Todavía no has pedido perdón por algo que hiciste? ¿Has dejado pendiente una disciplina a alguno de tus hijos? ¿Has abandonado el hábito de la lectura bíblica? ¿Todavía no le has hablado de Cristo a esa persona que el Señor puso en tu corazón? “¡Levántate, porque esto es algo que te toca hacer a ti… esfuérzate, y pon manos a la obra”! Dios siempre será tu ayuda.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini Iglesia Cristiana Renacer Lynn

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