“Porque satisfaré el alma cansada, y saciaré a toda alma entristecida.” Jeremías 31:25.

Hay tiempos en que experimentamos un cansancio agotador, y no es solo físico. Hablamos del cansancio del alma, allí donde residen nuestro intelecto, emociones y voluntad. Cuando pasamos por una prueba tras otra y sentimos que somos los únicos que “tiramos del carro” para avanzar, y que aun haciendo nuestro mejor esfuerzo la situación no cambia, nuestra alma se cansa al punto de sentir que ya no podemos seguir adelante.

Otras veces nuestra alma sufre tristeza. Hay momentos en que no podemos comprender por qué ciertas personas actúan de una determinada manera; por qué nos abandonan justo en medio de los momentos más difíciles de nuestra vida, incluso nuestros seres queridos. La decepción de las promesas humanas incumplidas; las pérdidas…

La palabra hebrea para satisfacer es ravah, que significa “saciar la sed, regar, empapar”. Recibir esta promesa fue sin duda una fuente de ánimo para Jeremías y para el pueblo de Israel, y puede serlo también para nosotros.

Sin importar las dificultades que enfrentemos, podemos confiar en Dios. Él cuida con ternura a sus hijos y ha prometido que nunca nos dejará ni abandonará. Incluso cuando sentimos que estamos solos en nuestras luchas, Dios está allí, llevándonos hacia adelante cuando ya no tenemos más fuerzas para continuar.

Ve al Señor, y deja que obre en tu alma. Él cambiará el cansancio en reposo, y la tristeza en gozo.

“…cambiaré su lloro en gozo, y los consolaré, y los alegraré de su dolor.” Jeremías 31:13b.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini Iglesia Cristiana Renacer Lynn

 

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