“Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará; no dejará para siempre caído al justo.” Salmo 55:22.

Cuando David escribe este versículo, estaba pasando por una de las pruebas más difíciles que puede soportar nuestra alma: la traición de un amigo. “Porque no me afrentó un enemigo, lo cual habría soportado; ni se alzó contra mí el que me aborrecía, porque me hubiera ocultado de él; sino tú, hombre, al parecer íntimo mío, mi guía, y mi familiar; que juntos comunicábamos dulcemente los secretos, y andábamos en amistad en la casa de Dios”.

David dice que “al parecer” se mostraba íntimo, guía, alguien como de la familia, con quien compartía cosas muy personales, incluso adoraban juntos en el templo. Según algunos eruditos, estaba mencionando a Ahitofel (2 Samuel 15:31), un amigo de muchos años que conspiró con Absalón contra David. Su plan era ¡matar al rey con sus propias manos! Con amigos así, quién necesita enemigos…

Si conoces cómo termina la historia, recordarás que este supuesto amigo de David se suicida porque su consejo no fue escuchado y todo el ejército fue destruido por la intervención de Dios. ¡Qué triste final para alguien que traicionó la confianza de una persona de buen corazón!

En esta situación David va a Dios y aprende lo que hemos leído en el Salmo 55:22. Si podemos echar nuestra angustia, tristeza, enojo, amargura y resentimiento sobre el Señor, Él nos dará una fortaleza especial para poder seguir adelante. Cuando sentimos que hemos “tocado fondo”, emocionalmente hablando, Dios viene y nos levanta con su poder.

¿Alguna vez han traicionado tu confianza? Los sentimientos que podemos llegar a experimentar pueden transformarse rápidamente en cargas que afecten toda nuestra vida.  Por eso necesitamos recurrir a Dios con urgencia y entregarle cada herida e incluso cualquier deseo de venganza.

Recordemos lo que dijo David: “Dios no dejará caído al justo”. Él es nuestra justicia y quien restaura nuestro corazón.

“En cuanto a mí, a Dios clamaré; y Jehová me salvará. Tarde y mañana y a mediodía oraré y clamaré, y él oirá mi voz. El redimirá en paz mi alma de la guerra contra mí…” (vs. 16-18).

Cortesía Pastor Pablo Giovanini Iglesia Cristiana Renacer Lynn

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