“Pues no somos como muchos, que medran falsificando la palabra de Dios, sino que con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios, hablamos en Cristo.” 2 Corintios 2:17.

La palabra “medrar” en griego es kapeleuo que significa “dedicarse a la reventa, traficar; comerciante al por menor de poca monta; vendedor de cosas de poco valor”. Esta palabra se usaba para mencionar a la persona que trataba de conseguir ganancias por medios deshonestos. Además Pablo usa la palabra “falsificar” que significa “diferente al original; burda imitación; copia falsa”, para referirse a los que adulteran la Palabra de Dios para obtener un beneficio personal.

Pablo les advierte a los corintios que muchos que parecían tener la verdad, predicaban sin entender el mensaje de Dios o sin importarles lo que pudiera sucederles a sus oyentes. Sus motivaciones eran egoístas.

Los que medraban la Palabra no eran solo grandes predicadores, sino cualquier persona que había recibido el evangelio pero lo había cambiado. No siempre el beneficio que se quería obtener era monetario, muchas veces buscaban tener una mejor posición social, laboral o ministerial. Otras para evitar burlas y desprecios de ciertos sectores sociales. Incluso para no ser expulsados de la familia por ir en contra de los principios tradicionales. Cualquiera fuera la motivación, quien parcializaba la verdad la estaba adulterando.

En contraste, los que seguimos fielmente el evangelio hablamos de Cristo con sinceridad. La palabra “sinceridad” significa “puro, libre de mezclas”. Así es el creyente fiel, habla la verdad sin adulterarla a pesar de las consecuencias que traiga el proclamarla.

Hoy somos presionados por la filosofía de esta cultura a modificar la verdad. Somos presionados por amigos y familiares para dejar de lado los principios cristianos y cambiar nuestra ética y moral. Compañeros de trabajo y de estudios que muchas veces tratan de intimidarnos a través de burlas, amenazas y confrontaciones para que dejemos pasar muchas cosas que sabemos que a Dios no le agradan.

Sin embargo, somos llamados a ser la sal de la tierra y la luz del mundo, a ser misericordiosos y compasivos, pero eso no significa cambiar la Palabra de Dios. Estamos del lado del apóstol Pablo, aunque muchos cambien la verdad para su propio beneficio, nosotros no lo haremos. Hablaremos siempre con sinceridad de parte de Dios, conscientes de que un día daremos cuenta de nuestras acciones y palabras.

El mundo necesita saber la verdad, lo único que puede hacer libres a los que aún no conocen a Cristo. “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. Juan 8:32.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini Iglesia Cristiana Renacer Lynn

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