“Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.” Hechos 2:21.

Víctor Polischuk fue un inmigrante ucraniano que se refugió en el norte de Argentina y allí comenzó su historia cristiana. Mientras estaba trabajando en el campo fue pateado por un caballo que lo dejó tendido en el suelo sin poder moverse, solo podía tocarse el pecho y notar que varias de sus costillas estaban quebradas. Inmóvil, pudo recordar un versículo que había aprendido en la iglesia ortodoxa de su país, y con toda su alma exclamó: “¡Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?!” En ese momento, una luz del cielo tocó su cuerpo y sus costillas fueron sanadas. Se levantó maravillado por lo que había experimentado. ¡El Señor respondió a alguien que había invocado su Nombre!

Inmediatamente buscó una iglesia y allí entregó su vida a Cristo, se bautizó, fue lleno del Espíritu Santo y Dios comenzó a usarlo. Predicaba el evangelio en todos los pueblos vecinos. Ponía sus manos sobre los enfermos y eran sanados, endemoniados liberados, creyentes eran llenos del Espíritu Santo. ¡Dios se movía con poder!

En cierta ocasión, lo invitaron a compartir el evangelio en un lugar al que solo se podía llegar caminando. Después de caminar varias horas, exhausto, se recostó y se quedó dormido. De pronto lo despertó un ángel y recibió fuerzas sobrenaturales para seguir hasta el pueblo donde compartiría la Palabra. Al llegar, esa noche, Dios hizo cosas extraordinarias: salvación, sanidad y liberación. ¡Dios seguía manifestándose a través de un simple hombre que invocaba el Nombre del Señor!

Una noche, ya anciano y parapléjico, le pidió a su familia que abrieran las ventanas de su habitación y les dijo que ángeles habían venido a llevarlo a la presencia de Dios. En ese mismo instante falleció. ¡Tal era su intimidad con el Señor!

¿Por qué te conté la historia de mi abuelo? Porque es alguien que conocí, con sus virtudes y defectos. Un hombre sencillo pero lleno de fe que invocó el Nombre del Señor y fue salvo. Su vida me sigue recordando que Jesucristo es el mismo, ayer, hoy y por los siglos. El mismo Dios que estuvo con Moisés, Elías, Juan el Bautista, Víctor Polischuk, está con todo aquel que le invoca de corazón.

Si estás pasando momentos de desesperación, sin respuestas, sin salida, invoca su Nombre, clama a Él. Ten la seguridad de que te está escuchando y entrará en acción.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini Iglesia Cristiana Renacer Lynn

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