“Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros”. Santiago 4:7.

Hay días en que todo parece ir mal. Las comunicaciones se distorsionan, hay gente que se levanta con acusaciones falsas, somos el tema central de algún chisme, incluso comenzamos a sentir que Dios ya no nos ama como antes, que se ha olvidado de nosotros, que no escucha nuestra oraciones. Sin duda el diablo está detrás de todo esto, haciendo su trabajo sucio con el fin de robarnos la fe y la paz.

Si creemos que solo debemos esperar a que el diablo se aburra para que deje de molestarnos, nos equivocamos. El enemigo de Dios y su pueblo no descansa. Como leemos en 1 Pedro 5:8: “Anda como león rugiente buscando a quién devorar”.

Santiago nos exhorta a “resistir” al diablo. Esta palabra significa “poner en contra, desafiar de pie, enfrentarse, oponerse”. Un hijo de Dios nunca debe tenerle miedo al diablo, por el contrario, cuando se manifiestan sus ataques, debemos mantenernos firmes y recordar que el Señor nos ha dejado armas espirituales “para que podamos resistir en el día malo…” (Efesios 6:13b).

Pero poder resistir al diablo, en primer lugar debemos “someternos” a Dios. Esta palabra significa “ordenar debajo de, sujeto para obedecer”. El que se somete a Dios y vive en obediencia a Él, puede resistir al enemigo. Vivir una vida cristiana a medias, sin verdadera comunión y creer que podemos tener todo bajo control, es exactamente lo que el enemigo quiere que hagamos.

En el versículo anterior, Santiago nos dice cómo comenzar a someternos a Dios: Dejar de lado la soberbia, el orgullo, la autosuficiencia, la egolatría; y por el contrario, debemos revestirnos de humildad, porque “Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes” (Santiago 4:6). No creamos que con nuestras fuerzas vencemos al diablo, o con “confesiones positivas” o “declarando” nuestras propias palabras… Nada de eso intimida al enemigo. Pero no puede resistir a quien está sometido por completo a Dios. ¡Aleluya!

En 1 Juan 5:18 leemos: “Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca”. ¡El maligno no le toca! Jesús les dijo a sus discípulos: “He aquí os doy potestad… sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará”. (Lucas 10:19). ¡El diablo no puede dañar a un verdadero hijo de Dios!

A pesar de los ataques del enemigo, podemos vivir cada día en la victoria que Cristo ha ganado para nosotros en la cruz. Pero recordemos que nuestra capacidad para permanecer firmes solo será tan fuerte como nuestra relación y obediencia a Dios.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini Iglesia Cristiana Renacer Lynn

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