“Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia”. Hebreos 12:28.

Cuando Jesús comenzó su ministerio, su primer mensaje fue: “Arrepentíos porque el reino de los cielos se ha acercado”. Reino se refiere al gobierno de Dios, sus planes y propósitos, su soberanía en todo el universo, y la creación de un pueblo que acepta su reinado.

Cuando aceptamos a Cristo como Salvador, inseparablemente lo aceptamos como Rey. Él es el que gobierna nuestra vida, el Señor al que obedecemos en todo.

Aunque actualmente el reino es invisible a los ojos humanos, se manifiesta en nuestra vida de manera evidente. Cristo nos guía, nos habla, nos alienta, pero también nos ama, nos protege, nos llena de gozo y paz inalterables.

Muchas veces nos levantamos pensando en los problemas que parecen imposibles de resolver olvidándonos de quién es Dios. Su reino, gobierno y poder son inconmovibles. La palabra inconmovible en griego es asaleutos y significa “que no puede ser movido, que no puede ser sacudido”.

Nada ni nadie puede mover a Dios de su trono. Él es el Soberano del universo. Nuestras vidas descansan en las manos de Aquel que reina por la eternidad.

Nunca olvides que Él tiene el poder para ayudarte a resolver cualquier problema. Puede encargarse de cada situación de nuestra vida. Pero hay un principio que rige esta verdad, y Jesús lo dijo claramente: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. (Mateo 6:33). ¡Aquí está el secreto! Si buscamos primeramente que Él reine en nuestro corazón, entonces vamos a verlo obrar más allá de lo que podamos pedir o entender.

No te preocupes por las añadiduras, de eso se encarga nuestro Dios. Ocúpate de que hoy Cristo sea Rey en tu corazón y que eso se manifieste en tu vida.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini Iglesia Cristiana Renacer Lynn

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