“Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra. Jehová de los ejércitos está con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob.” Salmo 46:10-11.

Cuando atravesamos alguna dificultad, normalmente reaccionamos buscando una solución inmediata. Quedarnos quietos frente a una adversidad es lo opuesto a nuestra naturaleza humana. ¿Esperar? No está en nuestro vocabulario.

Sin embargo, muchas veces Dios nos dice que debemos hacer un alto en nuestra vida y nos sorprende cuando lo debemos hacer bruscamente. Así nos ha pasado en esta pandemia. Al comenzar el año escuchamos ciertas noticias sobre un nuevo virus en un país de oriente, y no pasaron muchas semanas cuando ya lo teníamos en nuestro país, nuestro estado, nuestro barrio. Tuvimos que cambiar nuestro estilo de vida tan rápido que apenas pudimos pensar en todo lo que esto traería.

¿Pero cuánto tiempo más debemos esperar? ¿Cuándo volveremos a nuestro ritmo normal? ¿Podremos acostumbrarnos a esta “nueva normalidad” como la llaman los expertos? 

Dios nos dice que en tiempos de adversidad, cuando nuestro mundo parece derrumbarse, debemos “estar quietos”, no permitir que nos controle nuestra impaciencia, nuestro deseo de escape, la necesidad de hacer algo. Estar quietos tiene muchos propósitos que nada tienen que ver con volvernos perezosos. Dios nos dice en su Palabra que Él será exaltado entre las naciones y debemos estar expectantes sobre lo que hará.

Si usted lee los primeros versículos de este Salmo quizás recuerde el coro que muchas veces hemos cantado: “Dios es nuestro amparo, nuestra fortaleza, nuestro pronto auxilio en la tribulación. Aunque se traspasen los montes a la mar, aunque la tierra tiemble tenemos que confiar…”

Reconozca su dependencia del Señor y descanse. Lo que descubrirá en la quietud es a un Salvador que promete estar a su lado siempre.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini Iglesia Cristiana Renacer Lynn

 

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