“Aclamad a Dios con alegría, toda la tierra. Cantad la gloria de su nombre; poned gloria en su alabanza. Decid a Dios: ¡Cuán asombrosas son tus obras!” Salmo 66:1.

Cuando alabamos a Dios estamos reconociendo Su grandeza, Su majestad, Su poder y todo lo que hace por nosotros. ¡Cómo no expresar lo que sentimos por Él! Pero la Palabra también nos exhorta a alabarle incluso antes de que haga algo a nuestro favor, como una declaración de fe. Así que la alabanza no es una reacción, sino una acción proactiva del corazón rendido al Señor.

Hay muchas formas de alabar a Dios. David en los primeros versículos de este Salmo usa tres palabras hebreas diferentes para expresar nuestra devoción al Señor.

“Aclamar”. En hebreo es rua que significa “romper el silencio, gritar por gozo, alzar la voz, hacer un fuerte sonido”. Hay momentos en que estallamos de gozo y queremos expresarlo a viva voz. Por supuesto que las formas dependen del carácter de la persona, del tiempo y el lugar, pero debe hacerse con júbilo. “Pueblos todos, batid las manos; aclamad a Dios con voz de júbilo”. (Salmo 47:1).

“Cantad”. Es la palabra zamar que significa “tocar las cuerdas o partes de un instrumento musical, hacer música acompañada con la voz, cantar con acompañamiento musical”. ¿Sabes tocar algún instrumento musical? ¡Úsalo para alabar a Dios! Y si no es tu caso, usa tus cuerdas vocales. ¡Ellas van contigo a todas partes! Hagámoslo diariamente. “Cantad a Jehová, bendecid su nombre; anunciad de día en día su salvación”. (Salmo 96:2).

“Decid” (a Dios). Es la palabra hamar que significa “afirmar, anunciar, contar, contestar, hablar”. Según un diccionario bíblico, “la palabra alude primero al pensamiento como expresión interior que puede ser comunicado por los hechos de una persona juntamente con sus palabras”. Eso significa que tu alabanza empieza en tu mente y corazón. Tal vez estés en un lugar o momento de silencio obligado, pero puedes alabar internamente. Tus hechos también deben “hablar” de quién es el Señor. “Proclamad entre las naciones su gloria, en todos los pueblos sus maravillas”. (Salmo 96:3).

¿Es la alabanza parte de tu vida? Cuando le damos al Señor más lugar en nuestros pensamientos y en nuestro corazón, la alabanza se convierte en una acción sincera y natural. ¡Alaba a Dios!

Cortesía Pastor Pablo Giovanini Iglesia Cristiana Renacer Lynn

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