“La cordura del hombre detiene su furor, y su honra es pasar por alto la ofensa.” Proverbios 19:11.

Este proverbio no es para los necios, es para los que actúan con discernimiento, inteligencia, prudencia y sabiduría de Dios. Ellos pueden detener su furor porque el Espíritu Santo los controla. El fruto del dominio propio es evidente en sus vidas.

La palabra “ofensa” en hebreo es peshá, y tiene un significado bastante amplio: “Revuelta, falta, fraude, infracción, maldad, pecado, rebelión, traición”. Por favor, vuelve a leer el significado de esta palabra. ¿Has sufrido alguna de estas ofensas? Tal vez más de una.

El diablo sabe cómo robarnos la paz, el gozo, la fe. Es especialista en maximizar malos entendidos, distorsionar la realidad, mal interpretar palabras, acciones, circunstancias. Cuando alguien ataca nuestra dignidad, orgullo, u honor nos sentimos mal e internamente comenzamos a experimentar agitación y furor, y cuando ese furor se manifiesta perdemos nuestra “honra”. Nada hermoso sale de nosotros si nos dejamos llevar por nuestros impulsos.

¡Cuántas relaciones se han roto por las ofensas! Sabiendo esto, la Palabra de Dios nos exhorta a confesarlas y expresar arrepentimiento con el deseo de restauración. “Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros…” (Santiago 5:16). Cuando vencemos el mal con el bien, le estamos dando la oportunidad a la otra persona de arrepentirse.

Dios nos manda perdonar las ofensas. “Si ustedes perdonan a los otros sus ofensas, también su Padre celestial los perdonará a ustedes. Pero si ustedes no perdonan a los otros sus ofensas, tampoco el Padre les perdonará sus ofensas”. (Mateo 6:14-15). Esto es serio. Si no perdonamos, tampoco se nos perdonará.

Ninguno está libre de ser ofendido, por eso es tan importante pensar en la manera que el Señor espera que actuemos. Hay ofensas que requerirán ser tratadas con la ayuda de personas maduras espiritualmente, pero otras deberemos pasarlas por alto si sabemos de dónde proceden. No podemos permitir que el diablo las use para llenar nuestro corazón de amargura, resentimiento, frustración y deseos de venganza.

El Señor nos ofrece su ayuda a través del Espíritu Santo para perdonar a quienes nos ofendieron. Puede ser doloroso hacerlo, pero vale la pena enfrentar las heridas que nos provocaron y experimentar el toque sanador de Dios.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini Iglesia Cristiana Renacer Lynn

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