“De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto.” Juan 12:24.

El Señor Jesús en este pasaje estaba hablando en primer lugar de Él. Estaba a pocas horas de ir a la cruz a morir por nuestros pecados. Debía morir, no había otra opción; era la única manera de conseguir la victoria sobre la muerte y Satanás, y abrir el camino al Padre. ¡El domingo siguiente a esta declaración se estaba cumpliendo esta palabra!

Pero también es una enseñanza para nosotros. Para nacer a una vida nueva primero hay que morir definitivamente y sin condiciones a la vieja vida. Hay que tener la fe del sembrador, que suelta la semilla en la tierra para verla transformada en poco tiempo en una planta.

Tu vida es como un grano de trigo, está en tu mano, mientras sigas reteniéndola, no sucederá nada, pero si la sueltas en las manos del Señor algo nuevo nacerá. “Lo que tú siembras no se vivifica si no muere antes…” (1 Corintios 15:36-37).

Mientras permanezcamos aislados, protegidos y cómodos, nunca daremos el fruto que Dios desea. Es muriendo a uno mismo que llegamos a ser fructíferos y útiles para el Señor.

Cuántos hermosos proyectos habrán dando vueltas en tu cabeza… y siguen ahí, sin cobrar vida, siendo solo ideas. La semilla que no se planta nunca producirá fruto.

Abre tu mano. ¿Aún está tu semilla allí? Déjala caer a tierra. Confía en el Señor. Espera el tiempo señalado por Dios y Él la multiplicará. Siembra tu vida por fe y Dios te dará una cosecha abundante.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini Iglesia Cristiana Renacer Lynn

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