“Respondiendo Pedro, le dijo: Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré. Jesús le dijo: De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces”. Mateo 26:33-34.

¿Puede ser que alguien que ame tanto a Jesús, que esté dispuesto a dar su vida por él, termine negándolo rotundamente? Y además observa cómo lo hace: “Mas él negó delante de todos, diciendo: No sé lo que dices… Pero él negó otra vez con juramento: No conozco al hombre… Entonces él comenzó a maldecir, y a jurar: No conozco al hombre…” (Mateo 26:70,72,74). Pedro lo negó delante de todos, juro que no lo conocía y hasta maldijo.

El gallo cantó. ¡Siempre hay alguien que nos hace recordar nuestros fallos! El ave parecía cantarle directamente a Pedro… y ya no pudo más. Salió afuera y lloró amargamente (v. 75). “¡Cómo pude haber sido tan cobarde! ¿Qué me pasó? ¡Creí que estaba preparado para esto! Jesús me lo había dicho. ¿Y ahora?”

Para Pedro los días que pasaron entre la captura, juicio, crucifixión y sepultura de Jesús fueron los más largos de su vida. Por tres días Pedro estuvo sumergido en la culpa, hasta que repentinamente María entró corriendo en su casa y con poco aliento dijo: “Jesús…resucitó… unos ángeles…” “¡¿Qué?! ¡No puede ser!” Entonces el discípulo salió corriendo al sepulcro. Y allí estaban los lienzos y el sudario, evidencia de su resurrección.

Más tarde Jesús se le apareció personalmente a Pedro y fue restaurado y comisionado para servirle. Según algunos datos históricos, muchos años después, Pedro muere crucificado cabeza abajo como un mártir por amor a Jesús. El cobarde discípulo fue totalmente transformado.

El apóstol Pedro en una de sus cartas dice que en los últimos tiempos vendrán falsos profetas, falsos maestros, falsos hermanos, que no solo introducirán herejías, sino algo peor que eso… ¡negarán al Señor!  “Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina.” 2 Pedro 2:1.

Pedro sabía lo que estaba diciendo, en un momento podemos sentirnos fuertes y al siguiente negarlo despiadadamente, pero también sabía que el Señor ofrece perdón y restauración a quienes se acercan nuevamente a Él.

Recuerda lo que Jesús dijo: “Os digo que todo aquel que me confesare delante de los hombres, también el Hijo del Hombre le confesará delante de los ángeles de Dios; mas el que me negare delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios”. Lucas 12:8-9.

¡Que hoy puedas confesar a quien lo demande que Jesús es tu Salvador y Señor!

Cortesía Pastor Pablo Giovanini Iglesia Cristiana Renacer Lynn

compartir por messenger
compartir por Whatsapp