“Y no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes”. Génesis 17:5.

El plan de Dios para Abram era maravilloso, pero requería de una fe firme y perseverante. La promesa divina decía que por su descendencia serían bendecidas todas las familias de la tierra, pero había un problema: su esposa Sarai era estéril y de edad avanzada. Creer en la promesa en esa situación no era fácil, entonces Dios hizo algo más para confirmar lo que le había dicho: cambió su nombre.

Durante 99 años, cada vez que alguien llamaba a Abram escuchaba “Padre Enaltecido”, ese era el significado de su nombre. Sin embargo, Dios consideró oportuno y necesario darle un nuevo nombre al padre de la fe y lo llamó Abraham, que significa “Padre de una multitud”.

A partir de ese momento, él y todo aquel que pronunciara su nombre debía recordar la promesa que Dios le había hecho. Puedo imaginarme al patriarca los primeros días repitiendo: “Ya no me llamo Abram… ¡Me llamo Abrahaaam…!”

Dios también le cambió el nombre a Sarai por Sara, a Jacob por Israel, a Simón por Pedro. Otras veces usó sobrenombres como “los hijos del trueno” o redefinió el nombre de la profesión de sus discípulos llamándolos “pescadores de hombres”.

Dicho esto, permíteme darte un consejo que alguien me dio una vez: No permitas que otros te definan. Debes ser lo que Dios ha querido que seas. Él te creó con ciertas características particulares con un propósito. La respuesta a “¿quién soy?” debes encontrarla en Dios, no en lo que otros dicen de ti o en lo que el sistema intenta imponerte.

Hoy, Dios no necesita cambiar tu nombre para que puedas descubrir lo que planeó para ti. Escúchalo, observa lo que el Espíritu Santo está haciendo en tu vida, presta atención a los dones y talentos que te dio, a la manera en la que te usa para bendecir a otros. Esto te permitirá entender lo que el Señor espera llevar a cabo en ti y a través de ti.

Que podamos decir como el apóstol Pablo: “Por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo”. (1 Co. 15:10).

Cortesía Pastor Pablo Giovanini Iglesia Cristiana Renacer Lynn

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