“La mano de Jehová vino sobre mí, y me llevó en el Espíritu de Jehová, y me puso en medio de un valle que estaba lleno de huesos. Y me hizo pasar cerca de ellos por todo en derredor; y he aquí que eran muchísimos sobre la faz del campo, y por cierto secos en gran manera. Y me dijo: Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos? Y dije: Señor Jehová, tú lo sabes.” Ezequiel 37:1-3.

El profeta Ezequiel tuvo una visión impactante. Frente a él había huesos secos. Era lo que quedaba de un ejército que tiempo atrás había perdido la guerra. Ese campo de batalla ahora era un cementerio. Ya no se escuchaban gritos de ánimo, voces de mando, ni corridas estratégicas. Solo había silencio.

Muchas veces podemos ser parte de una situación semejante. Los deseos de luchar, de avanzar, de conquistar, han desaparecido. Lo que antes era una relación estrecha con Dios ahora parece seca. Tal vez nuestro matrimonio o la comunicación con la familia esté en modo de silencio; o proyectos que nos motivaban hoy estén sepultados. Solo vemos como el profeta, un valle de huesos secos.

La visión de Ezequiel fue interrumpida por Dios para preguntarle: “¿Vivirán estos huesos?” La respuesta del profeta fue muy sincera: “Tú sabes lo que harás”. A veces nosotros solo vemos huesos secos, pero Dios ve un ejército levantándose del polvo para glorificarle con nuevas victorias.

El que da vida es el Espíritu de Dios y Él le dio una orden a Ezequiel: “Profetiza sobre estos huesos y diles: Huesos secos, oíd palabra de Jehová. Así ha dicho Jehová el Señor a estos huesos: He aquí, yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis” (vs. 4-5). Y Dios comenzó el proceso. Primero unió los huesos, después aparecieron los tendones, los músculos y la piel. Y al fin volvió la vida a estos cuerpos cuando el Espíritu de Dios sopló sobre ellos (vs. 6-10). 

Si hay algo que te parece imposible, sin esperanza, Dios quiere recordarte que Él puede darle vida. Vuelve al principio, a desarrollar una relación profunda, íntima y personal con el Señor y le escucharás decir: “Yo soy el Señor, el Dios de todo ser viviente. No hay nada imposible para mí.” Jeremías 32:27.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini Iglesia Cristiana Renacer Lynn

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