“Y quitaron de entre sí los dioses ajenos, y sirvieron a Jehová; y él fue angustiado a causa de la aflicción de Israel.” Jueces 10:16.

La condición espiritual de Israel durante el tiempo de los jueces fue deplorable. Los israelitas eran inconstantes en su amor y servicio a Dios. Habiendo experimentado el gran poder de Dios, se volcaron a la idolatría de las naciones cananeas.

Mientras no experimentaban las consecuencias de sus pecados, Israel seguía en la idolatría, pero cuando Dios permitía que las naciones vecinas los atacaran, los despojaran de sus bienes y los esclavizaran, entonces buscaban a Dios.

¿Era justo que Él los ayudara cuando lo habían rechazado por tantos años? ¿Qué hubieras hecho tú en su lugar? Yo les hubiera respondido lo mismo que les dijo Dios: “Mas vosotros me habéis dejado, y habéis servido a dioses ajenos; por tanto, yo no os libraré más. Andad y clamad a los dioses que os habéis elegido; que os libren ellos en el tiempo de vuestra aflicción” (vs. 13-14). Y después de decir esto, me hubiera quedado con los brazos cruzados viendo cómo recibían las consecuencias de sus acciones. Pero Dios… no.

Cuando los israelitas escucharon estas palabras, se arrepintieron. Según el versículo que hemos leído, quitaron los ídolos y empezaron a buscar al Señor. Y a Dios se le derritió el corazón. Lo siento por los que esperaban su total destrucción, pero la misericordia triunfó sobre el juicio. El autor de Jueces dice que Dios “fue angustiado” a causa de la aflicción de Israel y por eso los rescató otra vez.

La palabra hebrea usada aquí para “angustiado” es la palabra catsár que significa “cortar, interrumpir, acortar”. Dios “cortó” o “interrumpió” su juicio para dar lugar a su misericordia. Vio la aflicción de su pueblo y les dio una nueva oportunidad.

Piensa en esto: Si Dios actuó con misericordia en el tiempo de la ley, ¿no lo hará ahora que envió a Cristo para salvarnos? La cruz es la demostración más grande de su amor y misericordia.

No importa cuánto nos hayamos alejado del Señor, somos siempre bienvenidos si lo buscamos. Los brazos de Dios están siempre abiertos. “Nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad.” (Lamentaciones 3:22-23).

Cortesía Pastor Pablo Giovanini Iglesia Cristiana Renacer Lynn

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