“Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas”. 2 Timoteo 4:3-4.

Pablo sabía que el fin de sus días sobre la tierra se acercaba y tenía una gran preocupación al considerar los tiempos peligrosos que se avecinaban sobre el cristianismo. En los versículos que acabamos de leer le dice a Timoteo que debía estar preparado para enfrentarse a un creciente número de personas con “comezón de oír”.

Esta expresión se refiere a ser dominado por el deseo de escuchar algo nuevo, diferente y sensacional que se ajuste a los gustos personales. Algo parecido les ocurría a los griegos de Atenas que «…en ninguna otra cosa se interesaban sino en decir o en oír algo nuevo» (Hechos 17:21b). Pero tan pronto como habían escuchado la última novedad y habían jugueteado un poco con ella, la desechaban como anticuada y buscaban otra nueva.

No hay dudas de que lo que Pablo veía avecinarse está sucediendo en nuestros días. Muchas personas están yendo de un lugar a otro buscando que alguien les diga lo que quieren oír, no lo que dice la Palabra de Dios. No quieren sana doctrina sino espectáculo y entretenimiento religioso. No desean que nadie les lleve a examinar su corazón y mucho menos que les hable de cambios. Desean que satisfagan sus deseos y que no los molesten con demandas. Quieren construir un Dios a “su semejanza” y no ser hechos a semejanza de Dios.

Casi a diario somos presionados a modificar o a abandonar la verdad, por eso es tan importante recurrir cada día a la Palabra de Dios, orar y permitir que el Espíritu Santo nos enseñe y nos ayude a discernir entre lo que es falso y verdadero.

En estos, que son los últimos tiempos, solo quienes tengan un fundamento sólido podrán soportar los embates de quienes se oponen a la verdad y serán instrumentos del Señor para poner en evidencia los engaños.

Es tiempo de que los hijos de Dios nos mantengamos firmes, sin importar las consecuencias. Nuestra prioridad debe ser agradar al Señor para que seamos hallados fieles a Él y a su Palabra.

Que podamos decir como el apóstol Pablo: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida”. (2 Tim. 4:7-8).

Cortesía Pastor Pablo Giovanini Iglesia Cristiana Renacer Lynn

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