“Le dio también la copia del decreto que había sido dado en Susa para que fuesen destruidos, a fin de que la mostrase a Ester y se lo declarase, y le encargara que fuese ante el rey a suplicarle y a interceder delante de él por su pueblo.” Ester 4:8.

El pueblo hebreo fue sentenciado a muerte. El malvado Amán, segundo del rey persa Asuero, había redactado un documento que tenía como finalidad destruir al pueblo que tanto odiaba. Cuando Mardoqueo se enteró, le hizo saber la situación a Ester y le dijo que debía interceder por su pueblo ante el rey.

Interceder en hebreo es bacash que significa “esforzarse por, buscar, pedir, solicitar, demandar, inquirir, procurar, rogar, suplicar, tratar”. Se aplica a una persona que hace una petición por otro, que presenta una solicitud a favor de una persona que está a su cargo, que se hace responsable de la situación del otro. Mardoqueo le recuerda a Ester que su posición como reina le permitía ir al rey y pedirle que ayudara a su pueblo.

Ester sabía que esa solicitud podía costarle la vida ya que nadie debía presentarse ante el monarca sin ser llamado. Aun así lo hizo y Dios la respaldó. Todo Israel fue salvado. Ester se convirtió en una gran intercesora por su pueblo.

Dios también nos llama a nosotros a interceder por otros. Hay personas que están pasando momentos difíciles, sin fuerzas, sin esperanza y nosotros podemos ir a Dios para pedir por ellos. El apóstol Pablo vivió sucesos que parecían desbordarlo, pero siempre acudió a sus hermanos en la fe para que oraran por él. “Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos; y por mí…”. (Efesios 6:18-19).

Recuerdo una ocasión cuando me desperté en la madrugada con el nombre de un amigo en mi mente. Hacia bastante tiempo que no sabía nada de él. Comencé a orar confiando que Dios estaría ayudándolo en lo que estuviera enfrentando. Un tiempo después nos encontramos y le compartí lo que me había pasado. Me respondió asombrado: “Esa misma noche tuve un ataque al corazón y estuve a punto de morir, pero Dios hizo un milagro y aquí estoy, vivo”. ¡Aleluya! Dios hace la diferencia cuando oramos unos por otros.

Tal vez Dios está llamando tu atención para que intercedas por alguien. Puede ser un familiar que todavía no muestra interés en escuchar del Señor. Incluso la Palabra de Dios nos anima a “orar por los que nos ultrajan y nos persiguen” (Mateo 5:44). Intercede ante Dios por tus hijos, tu cónyuge y amigos. El Señor hará la diferencia. Intercedamos también por nuestros líderes. Ellos necesitan sabiduría y ser fortalecidos para continuar con la obra que Dios les ha encomendado.

Que Dios ponga su sentir en nuestro corazón para ser sensibles a las necesidades de los demás. Verás que mientras estás orando a favor de otros, el Señor se ocupa de tus necesidades.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini Iglesia Cristiana Renacer Lynn

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