“Mi vida pondré por ti” 

“Le dijo Pedro: Señor, ¿por qué no te puedo seguir ahora? Mi vida pondré por ti”. Juan 13:37.

¿Qué estás dispuesto a darle a Dios como muestra de tu amor y agradecimiento? ¿Tal vez una hora de tu tiempo en la semana? ¿Una limosna a un necesitado en Su nombre? ¿Decirle a tu vecino que de vez en cuando vas a una iglesia evangélica?

Las expectativas de Jesús son más altas de lo que pensamos. Pedro entendió perfectamente lo que había querido decir el Maestro cuando pronunció estas palabras: “El que no renuncia a su propia vida no puede ser mi discípulo”. “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame”. “El que pone la mano en el arado y luego mira atrás no es apto para el reino de Dios”. Ahora había llegado la hora de ponerlo en práctica. Ante el anuncio de la muerte de Jesús, Pedro dijo: “Mi vida pondré por ti”. Buena respuesta… teórica.

Todos los que amamos sinceramente a Jesús diríamos lo mismo en situaciones parecidas, y sobre todo si vivimos en un país en donde tenemos libertad religiosa. Pero cuando Pedro fue desafiado por la chusma, negó conocer al Señor tres veces. Gracias a Dios que unos días después fue lleno del Espíritu Santo y al final de su vida pasó por el martirio sin renunciar a sus convicciones.

Si realmente somos verdaderos discípulos de Jesús deberíamos estar preparados para afrontar cualquier situación difícil por la causa de Cristo. No sé cuáles hayan sido tus experiencias, o quizás sea la primera vez que lees que debemos estar dispuestos a dar la vida por el Señor.

Cuando estaba en la escuela primaria sufrí abuso físico y verbal de parte de mis compañeros solo por ser cristiano. Todos los días recibía los comentarios más despiadados que te puedas imaginar. Sin embargo, comparado con las historias de mártires cristianos que había leído en mi infancia, eso no era nada. Desde mi niñez aprendí que debemos poner la vida por el Señor si fuera necesario, aunque obviamente nadie quiere sufrir.

Entregarnos completamente al Señor significa transferir el control de nuestra vida a Él de manera definitiva y deliberada. Solo así tendremos los recursos que nos promete para enfrentar cualquier burla, desprecio u oposición, sin renunciar a lo creemos.

Pastor Pablo Giovanini

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