“Oh alma mía, dijiste a Jehová: Tú eres mi Señor; no hay para mí bien fuera de ti.” Salmo 16:2.

El Salmo 16 contiene promesas y bendiciones tremendas (te animo a leerlo todo), pero quiero enfocarme especialmente en la frase “mi Señor”, en hebreo Adonai (Adon: Señor, ai: mío) que significa: soberano, amo, dueño, quien tiene el control. Esta palabra hace alusión al derecho de Dios de ejecutar su voluntad según sus planes, sin la más mínima posibilidad de que algo o alguien los impida. Nadie puede torcerle el brazo a Dios.

Es interesante la terminación “ai”. Recuerda, por ejemplo, que Dios le cambió el nombre a Sarai que significaba “mi Princesa” por Sara, “Princesa”. Esta terminación hebrea manifiesta posesión. La palabra Adonai tiene la particularidad de ser una confesión personal. Cuando decimos que Jesús es nuestro Señor, no debería ser solo una frase, sino que a través de nuestra vida deberíamos manifestar esta verdad.

En el Nuevo Testamento, que fue escrito en griego, el término kyrios tiene el mismo significado. En el tiempo de la iglesia primitiva, quien llamaba Kyrios a Jesús se manifestaba rebelde al “kyrios” César, ya que todo ciudadano debía someterse a su voluntad. “Nadie puede servir a dos señores”, dijo Jesús, y esto también aplicaba a la declaración pública de Jesús como el amo y dueño de esa vida en oposición al César. A partir de ese momento los cristianos fueron martirizados por el imperio romano.

Que Jesús sea “mi” Señor no significa que Él esté a merced de mis deseos y deba moverse de inmediato para contestar todas mis peticiones. En ese caso, yo estaría tomando el lugar de adonai o kyrios… Cuando decimos “mi” Señor, estamos manifestando nuestra completa rendición a su voluntad, nuestro sometimiento a su gobierno, nuestra renuncia al control personal para ser controlados por el Espíritu Santo. Controlados, sí, esa es la palabra. Cuando Dios toma el control total de nuestra vida puede desarmarla en sus manos como el Alfarero y hacerla de nuevo según sus propósitos.

¿Realmente Jesús es tu Adonai? ¿Lo dices diariamente? ¡Tú eres mi Señor! ¡Existo para amarte, servirte y adorarte por toda la eternidad! Cuando lo puedes decir sinceramente y seguro de que es una realidad en ti, también podrás declarar como David: “No hay para mí bien fuera de ti.”

Cortesía Pastor Pablo Giovanini Iglesia Cristiana Renacer Lynn

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