“Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo”. Tito 3:4-5.

La historia de la humanidad se divide en dos: Antes y después de Cristo. Nuestra historia también. Antes de conocer a Jesús y recibirlo como nuestro Salvador y Señor éramos uno más de la multitud que sigue el camino que conduce al infierno: “Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros.” (v. 3). ¡Pero algo maravilloso sucedió! Escuchamos la verdad del evangelio y decidimos entregarle nuestra vida entera a Jesucristo.

La Palabra de Dios nos exhorta a recordar que hemos sido salvos por misericordia y no por “obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho”. ¿Qué está primero, la salvación o los mandamientos? Algunos piensan que primero deben obedecer los mandamientos de Cristo para ser salvos, pero la Palabra de Dios nos dice lo contrario: “Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado “ (Gálatas 2:16). “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”. (Efesios 2:8-9). Una vez que somos salvos, entonces obedecemos los mandamientos de Cristo. Si pensamos que es al revés, debemos recordar este versículo.

Según la Palabra de Dios, nadie puede guardar los mandamientos de Cristo si primero no ha sido salvo, antes necesitamos una obra sobrenatural en nuestro espíritu llamada regeneración, y solo el Espíritu Santo puede producir el nuevo nacimiento espiritual en nosotros.

¡Somos justificados por la gracia de Dios! Él nos ve como si nunca hubiésemos pecado, y nos ha librado de culpa y cargo. Tenemos entrada a su presencia continuamente, somos capacitados con poder del Espíritu para obedecerle y además, nos espera una herencia eterna en los cielos. “Para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna.” (v. 7).

¿No te parecen razones suficientes para pasar todo el día agradeciendo y alabando al Señor por lo que hizo en tu vida?.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

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