“Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová”. Josué 24:15.

Josué tuvo la misión de guiar al pueblo de Dios a la conquista de Canaán. Al final de sus días reunió a los líderes y al pueblo y les exhortó a tomar decisiones que estuvieran de acuerdo con lo que Dios les había mandado. Los enemigos externos habían sido derrotados y la tierra les pertenecía a los israelitas, pero había que atacar a los enemigos internos, los más peligrosos, los que se infiltran sigilosamente y nos apartan de Dios.

Muchas veces el pueblo de Israel escuchó más la voz de Satanás que la de Dios. El diablo siempre actúa con astucia para que miremos y hagamos lo que hacen los demás antes que la voluntad de Dios. “Si la mayoría lo hace, no debe estar mal”, un pensamiento tan viejo como la idolatría en Israel. Dios nunca dijo que hagamos lo que hace la mayoría, sino que le obedezcamos a Él.

Josué lo tenía muy claro y se lo dijo al pueblo sin reparos: “Ustedes hagan lo que quieran y afronten las consecuencias de sus decisiones… pero yo y mi casa serviremos a Jehová”.

La palabra servir en hebreo es abad que significa “trabajar (en todo sentido); hacer tareas de un siervo, adorar, dar culto, honrar, ministrar, servir”. Josué y su casa estaban decididos a trabajar 24/7 para Dios. Todo lo que hacían estaba enfocado en el Señor, aun las tareas diarias, su tiempo de descanso, con todo querían honrar a Dios. Ningún ídolo, material o simbólico, tenía lugar en el corazón de este hijo de Dios.

No sé qué harán los demás. No sé si mis amigos o familiares irán a la iglesia, pero nosotros hemos tomado la decisión de seguir a Jesús y serle fieles en todo. Tal vez otros retrocedan y se aparten, nosotros no, seguiremos firmes. Incluso muchos puedan seguir a Jesús de manera nominal, cumpliendo solo con la asistencia a un servicio una hora por semana. Nosotros no, hemos dedicado nuestras vidas enteras a Jesucristo. Otros serán espectadores; pero nosotros no, serviremos a Dios en cualquier cosa que nos pida. Tal vez seamos los únicos, tal vez en algunos momentos nos encontremos solos, pero sabemos en Quién hemos creído, confiado y a Quién hemos rendido nuestras vidas.

Yo tomé esta decisión hace cincuenta años atrás y nunca la he cambiado por nada: “Yo y mi casa serviremos al Señor”. ¿Cuál es tu decisión?

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

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