“Y el Espíritu de Jehová vino sobre Sansón, quien despedazó al león como quien despedaza un cabrito, sin tener nada en su mano; y no declaró ni a su padre ni a su madre lo que había hecho.” Jueces 14:6.

Cuando mi hermano José y yo éramos niños, mi papá nos contaba…, mejor dicho, dramatizaba para nosotros el relato de la historia de Sansón. Nos parecía estar dentro de la escena, siendo testigos de la hazaña de este hombre. ¡Tremenda fuerza la de Sansón! Sin embargo, mi papá siempre nos recordaba que su fuerza venía del Espíritu Santo.

¿Y si Sansón no era tan musculoso como lo presentan las ilustraciones bíblicas o en las películas? La verdad es que no necesitaba músculos para deshacer a un león. Cuando la ocasión lo requería, el Espíritu Santo venía sobre él y hacía lo que humanamente era imposible. Al final, la gloria y el poder eran de Dios, no de los músculos ni del pelo de Sansón.

Pero él no fue el único que mató a un león con sus manos, también lo hizo David, incluyendo a un oso (1 Samuel 17:34-36). El pastor de ovejas no tenía el pelo largo como Sansón, y al parecer no tenía músculos muy marcados. De hecho, Goliat lo menospreció y se burló de él. Sin embargo, fue el Espíritu Santo el que lo capacitó para vencer a estos animales y también para cumplir con sus tareas como rey.

Hoy, el mismo Espíritu de Dios habita en nosotros desde el momento que aceptamos a Cristo como nuestro Salvador. Obviamente que no hace residencia en nuestras vidas para que vayamos destrozando leones, literalmente hablando, pero su poder se manifiesta cuando necesitamos fuerzas espirituales, emocionales y hasta físicas.

El apóstol Pablo lo experimentó en muchas ocasiones y su conclusión fue que todo lo podía en Cristo que le daba las fuerzas necesarias. Seguro que sabes de memoria Filipenses 4:13. Pablo dice “me fortalece”. Esta palabra en griego es endynamóo, muy usada hoy para hablar de empoderamiento. Se refiere al poder de Dios para vencer cualquier reto.

Quizás tengas que recordar en algún momento de esta semana este devocional. Si enfrentas algún desafío que requiere de ti todas tus energías tanto físicas como emocionales, recuerda que el Espíritu Santo está listo para actuar y capacitarte de manera sobrenatural. Tus “leones” serán como cabritos cuando los enfrentes con el poder del Espíritu Santo.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

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