“Esto sucedió el viernes por la tarde, el día de preparación, cuando el día de descanso estaba por comenzar. Mientras llevaban el cuerpo, las mujeres de Galilea iban detrás y vieron la tumba donde lo colocaron. Luego fueron a sus casas y prepararon especias y ungüentos para ungir el cuerpo de Jesús; pero cuando terminaron ya había comenzado el día de descanso, así que descansaron como ordena la ley.” Lucas 23:54-56.

En la vida de Cristo, siempre “era necesario que se cumpliese la Escritura”. Se había profetizado que Jesús resucitaría al tercer día… y había que esperar hasta el domingo. ¡Qué difícil habrá sido ese sábado para todos los seguidores del Señor! Sus corazones estaban destrozados, habían perdido toda esperanza. Por lo que dicen los evangelios, nadie mencionó la posibilidad de su resurrección… ¡excepto los enemigos religiosos que decidieron poner una guardia romana frente a la tumba! 

Había un “silencio sepulcral”. Las oraciones no tenían respuesta. “¿Por qué Jesús tuvo que morir de esa manera?” “¿Y ahora qué hacemos?” “Si Jesús no es el Mesías con todo lo que hemos visto y oído de Él, entonces ya no podemos creer en nada más…” 

No podemos condenar a esos discípulos desesperanzados. Muchas veces nosotros pasamos por situaciones en donde nos preguntamos lo mismo. Hacemos oraciones que parecen no tener respuesta. Sentimos a Dios tan distante que olvidamos todas sus promesas. La posibilidad de que una relación acabada tenga vida nos parece imposible. Que Dios pueda sanar ahora suena a utopía. Que Dios haga un milagro en una situación sobre la que ya nadie tiene esperanza parece lejos de la realidad. Oramos y nos parece que Dios solo se mantiene en silencio. Silencio sepulcral.

Si vamos a la Escritura, recordaremos que cada vez que Dios guardó silencio, siempre fue con un propósito. Esos silencios divinos se asemejan a los silencios musicales. En toda ejecución musical hay silencios y esto no significa que la obra se detiene. Alguien dijo que en toda buena interpretación el silencio debe tener tanto peso como el sonido, y debe usarse para trasmitir el mensaje que tiene la obra. Durante los silencios de Dios, sus propósitos se siguen cumpliendo y pueden ser útiles para obtener mayor atención acerca de lo que quiere transmitir.

Dios irrumpió en la vida de Moisés con una zarza ardiendo después de 40 años de silencio. Un ángel le llevó a Daniel una revelación poderosa después de 21 días. Los ángeles vinieron a servir a Jesús después de 40 días de ayuno y tentación. Dios envió a Jesucristo al mundo después de 400 años de silencio. Y después del sábado silencioso vino la obra cúlmine de Dios: Jesús resucita de los muertos, su obra salvadora entra en acción, comienza la dispensación de la gracia, y ahora tenemos esperanza de que a la final trompeta vamos a resucitar como Él.

Tal vez tú te encuentres en un “sábado silencioso”, sin respuestas, sin fe ni esperanza. Tienes que saber que Dios está preparando algo, quiere sorprenderte con lo que hará. Recuerda que Jesús le dijo a Marta que si creía iba a ver la gloria de Dios. Hay una promesa que sigue latente para ti. Se hará realidad si puedes creer: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.” (Juan 11:25).

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

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