“No mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús.” Filipenses 2:4-5.

Directa o indirectamente la cultura pone mucho énfasis en los éxitos individuales, la búsqueda del placer y el bienestar personal, mirar por nuestros propios intereses, y esto hace que las personas cada vez piensen menos en su prójimo y se debilite la solidaridad. Sin embargo, Jesús nos enseñó, no solo con sus palabras sino con su propio ejemplo, a renunciar al egoísmo para poder servir a los que nos necesitan.

El apóstol Pablo, uno de los grandes imitadores del Señor, nos exhorta en este pasaje bíblico a tener el mismo sentir de Jesús, es decir, genuino interés por los demás.

Pensemos. ¿Con cuánta frecuencia abandonamos el egoísmo por el bien de los demás? ¿Me importan más mis derechos que bendecir al prójimo? Al ofrecer ayuda, ¿espero recibir algo a cambio? ¿Siento más satisfacción cuando me sirven o cuando sirvo?

Vencer el egoísmo comienza con una decisión. Jesús lo dijo claramente: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame”. (Lucas 9:23). Negarse a uno mismo no es un consejo para algunos líderes espirituales sino un mandamiento para todo cristiano verdadero. Quien ha aprendido a someter su egoísmo podrá ser un instrumento útil en las manos del Señor.

Dios está interesado en las necesidades temporales y espirituales de quienes nos rodean y nosotros somos los instrumentos que Él quiere usar.

El Señor quiere desarrollar en sus hijos un espíritu generoso y la disposición a hacer lo que nos pida. Prestemos atención a las necesidades de los que nos rodean y brindemos la ayuda que Dios ponga en nuestras manos, de esa manera el mundo será testigo del amor de Dios.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

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