“Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo.” 2 Juan 1:9.

El apóstol Juan estaba preocupado por la proliferación de falsas enseñanzas que se estaban infiltrando en la iglesia. Ya lo había profetizado el Señor, pero ahora lo estaba viendo con sus propios ojos. La tercera generación de creyentes que había surgido en Pentecostés, comenzaba a abandonar las enseñanzas de la Palabra de Dios.

Entonces Juan declara con contundencia: “Si alguien se extravía de la doctrina, no tiene a Dios”. La palabra extraviar en griego es proago que significa “conducirse hacia adelante, adelantarse”. Cuando alguien se extravía, normalmente pensamos que se ha desviado del camino que seguía o ha retrocedido, sin embargo, la palabra original nos indica que es alguien que ha ido más allá de lo establecido, que traspasó los límites señalados.

Cuando era niño (¡y sí, hace muchos años atrás!) recuerdo haber visto los resultados de un grave accidente automovilístico cuando regresaba de un campamento. La imagen de las personas que estaban siendo atendidas por los servicios de emergencia está en mi memoria hasta hoy. Al día siguiente supe la causa del choque: Uno de los vehículos trató de adelantar al otro de manera ilegal en lugar de permanecer en su carril.

En la vida cristiana, la impaciencia también nos puede llevar a tomar decisiones que luego tengamos que lamentar. Cuando alguien comienza a ir más allá de lo que Dios estableció en su Palabra para obtener lo que quiere sin importar las consecuencias, se meterá en graves problemas. Y si continúa actuando de esa manera, finalmente va a extraviarse. Como menciona Juan, esa persona ya “no tiene a Dios”.

El Señor espera que nos mantengamos fieles a Él en cualquier circunstancia. Y para eso, debemos comprometernos a obedecerle siempre en lugar de frustrarnos o tratar de manipular las circunstancias para conseguir lo que deseamos.

Seguir al Señor requiere obediencia a Su Palabra y sensibilidad al Santo Espíritu. Él nos ha provisto todo lo necesario para mantenernos firmes y perseverando, pero debemos elegir caminar en el poder de su Espíritu cada día.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

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