“MIRARÉ AL SEÑOR”

“Porque el hijo deshonra al padre, la hija se levanta contra la madre, la nuera contra su suegra, y los enemigos del hombre son los de su casa. Mas yo a Jehová miraré, esperaré al Dios de mi salvación; el Dios mío me oirá”. Miqueas 7:6-7.

Miqueas fue llamado a profetizar lo que le sucedería a Israel y a Judá por haberse apartado de los caminos de Dios. Eran tiempos difíciles para alguien que quería ser fiel al Señor. No se podía confiar en los líderes políticos ni religiosos, tampoco en los amigos (v.5) ni en la familia. Increíble. Los justos eran condenados y los ricos opresores actuaban con total impunidad.

Hoy vivimos tiempos parecidos. De hecho Jesús lo profetizó: “Estará dividido el padre contra el hijo, y el hijo contra el padre; la madre contra la hija, y la hija contra la madre; la suegra contra su nuera, y la nuera contra su suegra.” (Lucas 12:53). Lamentablemente, para muchos seguidores de Jesús, la familia ha dejado de ser el ámbito de protección, seguridad y confianza.

Aunque Miqueas se sentía solo, tomó la mejor decisión de su vida: “Mas yo a Jehová miraré”. Es la manera de no desilusionarse cuando los que se suponen deben apoyarte de manera incondicional en los momentos difíciles, te abandonan. Hebreos nos anima a hacer lo mismo que Miqueas: “Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar.” (Hebreos 12:2-3).

Hay momentos en que lo único que podemos hacer por nuestros seres queridos es orar ya que hemos agotado todos los recursos y argumentos posibles para acercarlos al Señor. Miqueas estaba seguro de que Dios lo oiría y esa debe ser también nuestra seguridad. Debemos interceder sin desanimarnos porque nuestras oraciones hacen la diferencia.

Además Miqueas se propuso no hacer nada que Dios no quisiera. Él prefería esperar hasta que el Señor interviniera: “Esperaré al Dios de mi salvación”. Aunque todo siga igual, sigue esperando hasta que Dios intervenga.

No bajes los brazos, pon tu mirada en Cristo y continúa orando por tus seres queridos. No estás solo. De hecho, aquí tienes a alguien que te anima a no desmayar con estas palabras que el Señor puso en su corazón esta mañana.

Pastor Pablo Giovanini

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