“Y volviendo el ángel de Jehová la segunda vez, lo tocó, diciendo: Levántate y come, porque largo camino te resta”. 1 Reyes 19:7.

Elías fue un tremendo hombre de Dios. Por su palabra podía hacer llover o decretar una sequía, hacer caer fuego del cielo, resucitar muertos, dividir un río con su manto, sin embargo, fue vulnerable al desaliento, intimidado por el acoso de la reina Jezabel y quebrantado por el sentimiento de soledad porque “era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras.” (Santiago 5:17).

En ese estado de frustración, agotamiento y tristeza profundos se fue para salvar su vida a Horeb, el monte de Dios y durante el trayecto, hizo la peor oración que puede hacer un cristiano: “¡Señor, quítame la vida!” Elías quería soluciones rápidas a las dificultades que estaba enfrentando en su ministerio, y como desde su punto de vista las cosas no prosperaban, entonces pensó que lo mejor era que Dios lo llevara a su presencia. Por supuesto Dios no respondió a esa oración. Nunca lo haría. De hecho, la respuesta divina fue ¡darle más trabajo!

El Señor se manifestó de manera sobrenatural al profeta a través de un silbo apacible y le dio la orden de salir de esa cueva y continuar con su ministerio. (1 Reyes 19:15-18). Muchos años después Dios arrebató a Elías y lo llevó a su presencia, pero fue en el tiempo que Él había determinado, ni un minuto antes ni un minuto después.

Nadie tiene derecho a decirle a Dios que no lo deje vivir más. Él es el único que tiene la prerrogativa de dar o quitar la vida, porque es el Creador, Sustentador y Dueño de todo. Por eso el asesinato, el aborto, la eutanasia y el suicidio son pecados. Nuestra percepción está distorsionada, nuestras conclusiones pueden estar equivocadas, nuestra visión de futuro es casi nula. No sabemos lo que Dios nos tiene preparado a partir de este momento. Él tiene todo el poder de cambiar las cosas en un segundo y hacerlas nuevas. Todo sufrimiento y dolor tiene un límite que Dios conoce. Nunca nos dará una prueba que no podamos soportar o tentación que no podamos resistir (1 Corintios 10:13).

Dios tiene un plan perfecto para cada uno de sus hijos y se cumplirá en el tiempo que Él ha estipulado. (Salmo 139:16). Es verdad que puede haber tramos del camino que sean más difíciles que otros, pero si aceptamos someternos al Señor y obedecerlo nos capacitará para enfrentar lo que sea. Además, debemos recordar que nunca estaremos solos porque el Señor nos dijo que estaría con nosotros siempre.

Te pregunto: ¿Te estás moviendo en la dirección que el Señor quiere o te has encerrado en una “cueva”? Las respuestas que necesitas no las encontrarás en el “encierro”, así que te animo a levantarte, recuperar fuerzas y seguir adelante “porque largo camino te resta”.

“Dichoso el que tiene en ti su fortaleza, que solo piensa en recorrer tus sendas.” Salmo 84:5.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

compartir por messenger
compartir por Whatsapp