“¿Y en qué se conocerá aquí que he hallado gracia en tus ojos, yo y tu pueblo, sino en que tú andes con nosotros, y que yo y tu pueblo seamos apartados de todos los pueblos que están sobre la faz de la tierra? Y Jehová dijo a Moisés: También haré esto que has dicho, por cuanto has hallado gracia en mis ojos, y te he conocido por tu nombre. Él entonces dijo: Te ruego que me muestres tu gloria”. Éxodo 33:16-18.

Moisés había recibido la peor noticia que alguien le podía dar. Dios le dijo que debido a la terquedad de Israel, Él ya no estaría en medio de ellos sino que enviaría a su ángel. Al escuchar esto le suplicó: “Ahora, pues, si he hallado gracia en tus ojos, te ruego que me muestres tu camino… y mira que esta gente es pueblo tuyo”. (Ex. 33:13).

Moisés le pide a Dios que le muestre su camino. Necesitaba dirección de Dios, saber qué hacer en situaciones críticas, tener sabiduría para dirigir a su pueblo. Dios le respondió diciéndole que le acompañaría siempre. ¡Aleluya! ¡Qué respuesta llena de misericordia y gracia! Sin embargo, Moisés no estaba satisfecho solo con que le mostrara el camino.

Entonces le pidió a Dios que su presencia se manifiestara en su vida y en el pueblo. “Y Moisés respondió: Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí. ¿Y en qué se conocerá aquí que he hallado gracia en tus ojos, yo y tu pueblo, sino en que tú andes con nosotros, y que yo y tu pueblo seamos apartados de todos los pueblos que están sobre la faz de la tierra?” (Ex. 33:15-16). Moisés no quería solo la dirección de Dios, ¡él anhelaba caminar diariamente con Él! Y Dios volvió a responderle afirmativamente. Pero Moisés no se conformó solo con su presencia, quería más.

Ahora le pide a Dios que le muestre su gloria. “El entonces dijo: Te ruego que me muestres tu gloria”. (Ex. 33:18). ¡Y el Señor le concedió su petición! Su gloria se hizo visible y Moisés contempló las espaldas de Dios, algo que ningún ser humano había visto. ¡Qué tremenda manifestación! Los encuentros de Moisés con Dios fueron tan extraordinarios, tan sobrenaturales que cuando salía de su presencia su rostro estaba iluminado.

La vida de Moisés nos enseña a no conformarnos con migajas espirituales. A veces solo buscamos “su camino”, o estamos contentos con recibir un poco de sabiduría, pero quizás nunca experimentamos “su presencia” maravillosa. ¿Y qué de “su gloria”? ¿Cuánto más podemos experimentar de Dios en nuestra vida?

No te conformes con un devocional. No estés satisfecho con el único milagro que experimentaste hace varios años atrás. Busca a Dios. Sumérgete más profundo en su presencia. Devora Su Palabra. No te pierdas lo que Él tiene preparado para ti. Esto solo será un anticipo de lo que significará vivir eternamente rodeado de su gloria y verlo cara a cara en toda su plenitud.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

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