“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. Dios es nuestro Padre misericordioso y la fuente de todo consuelo. Él nos consuela en todas nuestras dificultades para que nosotros podamos consolar a otros. Cuando otros pasen por dificultades, podremos ofrecerles el mismo consuelo que Dios nos ha dado a nosotros. Pues, cuanto más sufrimos por Cristo, tanto más Dios nos colmará de su consuelo por medio de Cristo”. 2 Corintios 1:3-5.

No siempre la voluntad de Dios es librarnos de las tribulaciones. En muchas oportunidades será consolarnos en las situaciones más difíciles que debamos pasar. Nos encantan los testimonios en donde se ve a Dios como nuestro Libertador, pero también tenemos que testificar de Él como nuestro Consolador.

Consolador en griego es la palabra “paracletos”. En principio, esta palabra tiene el significado de “abogado”, alguien que se hace cargo del caso de otra persona y que está a su lado para guiarlo y ayudarlo en el proceso. Pero en las cartas de Juan, su uso va más allá de una profesión, y se destaca como “el que protege” nuestra alma, “el que fortalece”, “el que consuela”. 

El verbo consolar tiene la misma raíz en griego, “parakaleo”, que significa literalmente “llamar aparte a alguien para animarlo, alentarlo, exhortarlo, consolarlo”. Esta es la obra que lleva a cabo el Espíritu Santo cuando pasamos por todo tipo de tribulaciones para que podamos experimentar en nuestra alma un consuelo sobrenatural.

¿Has experimentado el consuelo del Espíritu Santo? Yo recuerdo esta obra de Dios en mí durante una pérdida muy difícil de aceptar. El Señor me habló directamente cuando yo anhelaba verlo como Libertador, y Él se reveló como mi Consolador. Recibí una paz “que sobrepasa todo entendimiento humano”, un gozo interno que provenía de confiar en que Dios es Sabio, Soberano y tiene el control de toda mi vida. Ese consuelo fue tan fuerte que hasta el día de hoy puedo compartirlo con los que necesitan experimentarlo también. 

Es muy difícil pasar por este tiempo sin la ayuda del Espíritu Santo. Él ha prometido estar contigo en toda situación, conoce tu corazón, sabe de tus temores, ha visto tu ansiedad, pero tiene la ayuda que necesitas. Pídele su consuelo sobrenatural. Permite que Él llene tu corazón con su paz. Aprópiate por fe de la promesa de Isaías 51:12: “Yo, yo soy vuestro consolador”, este versículo se escribió también para ti. Habrá muchas personas que necesitarán también el consuelo que tú experimentes y tú serás el instrumento de consolación para ellos con lo que hayas recibido.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

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