“Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz.” Juan 18:37b.

Pocas horas antes de ir a la cruz, Jesús reveló el propósito de su nacimiento al gobernador Pilato. Al Señor no lo tomaron desprevenido en el huerto de Getsemaní, tampoco fue una sorpresa para Él la negación de Pedro ni se desesperó por tener que comparecer ante el Sanedrín. El Señor sabía lo que le esperaba: ir a la cruz para consumar la obra perfecta de redención.

Jesús fue claro y contundente a la hora de manifestar el propósito de su venida al mundo: “Para dar testimonio de la verdad”. Desde que Adán y Eva pecaron, el mundo vive bajo el engaño de Satanás. (Juan 8:44). Este sistema cree que rechazar la existencia de Dios es evolucionar en la manera de pensar, que la fe en Cristo es algo pasado de moda y que el hombre es bueno por naturaleza… Mentiras y más mentiras.

Todos somos pecadores por naturaleza. Así hemos nacido y nuestros hechos lo confirman. Realmente no hay bueno ni siquiera uno. Podemos ser políticamente correctos e intentar actuar por un tiempo diplomáticamente, pero nuestro corazón está lleno de envidia, celos, egoísmo, orgullo, soberbia, lujuria, avaricia y codicia. La única solución para esto fue, es y seguirá siendo Cristo. “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. (Juan 8:32).

No hay otro camino a Dios que no sea Jesucristo. En la Biblia leemos que “nadie puede ir al Padre sino por Él” (Juan 14:6). Solo la gracia de Dios nos salva por la fe en Jesús. La verdadera paz y la liberación de la culpa, se obtienen solo por la fe en lo que Cristo hizo por nosotros. “Para que todo aquel que en Él cree… (¡que en Él cree!), no se pierda, mas tenga vida eterna.” (Juan 3:16).

Cuando recibimos a Jesús como nuestro Salvador, son perdonados nuestros pecados, tenemos paz con Dios y libre acceso a su presencia.  “Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe…” Hebreos 10:19-22.

Una vez que entendemos el verdadero significado de la Navidad, nuestra actitud debería cambiar. Este es un día para regocijarnos en el Señor y celebrar lo que hizo por nosotros. ¡Qué privilegio ser hijos de Dios!

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

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