“Aguzaron su lengua como la serpiente; veneno de áspid hay debajo de sus labios. Guárdame, oh Jehová, de manos del impío; líbrame de hombres injuriosos… Yo sé que Jehová tomará a su cargo la causa del afligido, y el derecho de los necesitados. Ciertamente los justos alabarán tu nombre; los rectos morarán en tu presencia”. Salmo 140:3,4,12,13.

Bíblicamente, una persona tóxica es alguien que envenena emocional y espiritualmente a los demás. El salmista David usa la metáfora del veneno debajo de la lengua para describir a personas que destruyen a otros con sus palabras. ¿Conoces a personas así? Estoy seguro que si.

Las personas que han guardado resentimiento, amargura, furia y odio en su corazón por años se vuelven tóxicas. Se han acostumbrado tanto a convivir con esos sentimientos que han perdido la capacidad de darse cuenta el daño que les ha ocasionado y lo que le ocasionan a otros. Solo una relación personal con Jesucristo puede sanar ese corazón.

Si lees todo el Salmo 140 descubrirás que David tuvo que enfrentar a este tipo de personas, y lo primero que hizo fue ir a Dios con sus cargas para ser “guardado”. Esta palabra en hebreo es shamár que significa “cercar alrededor, proteger, cuidar, conservar, custodiar, preservar, vigilar”. En la Biblia se habla de “guardar el corazón”, protegerlo, preservarlo para que no sea infectado por el mal. Salomón nos aconseja: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida”. (Proverbios 4:23). Dios protegerá nuestros pensamientos y emociones, pero nosotros debemos cerrar las puertas al mal para que no se infiltre en el corazón. “La cordura del hombre detiene su furor, y su honra es pasar por alto la ofensa.” (Proverbios 19:11).

Debemos aprender a poner límites a las relaciones tóxicas. Es nuestra responsabilidad detener las calumnias, chismes, palabras ofensivas y malas intenciones. Dios promete darnos sabiduría para hablar lo que sea justo a aquel que quiere contaminarnos con sus palabras. “El hipócrita con la boca daña a su prójimo; mas los justos son librados con la sabiduría.” (Proverbios 11:9).

David ponía su atención en el cuidado del Señor, en su justicia, y no en las maquinaciones carnales que no conducen a nada. Él sabía que Dios tomaría en sus manos su causa y lo defendería.

Si alguien ha logrado inyectar algo de veneno en tu corazón, ve urgentemente al Médico Amado que tiene el antídoto perfecto. Él te mostrará cómo debes proceder y restaurará tu corazón. “Sáname, oh Jehová, y seré sano; sálvame, y seré salvo; porque tú eres mi alabanza.” (Jeremías 17:14).

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

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