“Le dijo Judas (no el Iscariote): Señor, ¿cómo es que te manifestarás a nosotros, y no al mundo? Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él”. Juan 14:22-23.

Los discípulos estaban recibiendo la noticia de que Jesús se iba para estar con el Padre, pero que se manifestaría al que lo amara y guardara sus mandamientos. Frente a esta declaración, Felipe le preguntó: “¿Cómo es que te manifestarás a nosotros y no al mundo?” Claro, todos estaban esperando al Mesías político y social que los libraría del yugo romano. Y ahora Jesús les dice que solo se manifestará a los que lo aman. ¿Pero qué pasará con el mundo entero? ¡Necesitan una manifestación de Cristo!

Fíjate que desde su mismo nacimiento Jesús no se manifestó al mundo. ¿Cuántos lo vieron de bebé y se gozaron? Contemos: José, María, los pastores (¿unos cinco tal vez?), unos días más tarde el sacerdote que lo presentó en el templo, Simeón y Ana el día de su dedicación, luego los magos de oriente… ¡Menos de quince personas! ¡Qué paradoja! El nacimiento del Rey de reyes fue celebrado por pocos. Era limitado el número de personas que tenían un corazón dispuesto y preparado para su llegada.

Cuando Jesús resucitó tampoco se manifestó a todo el mundo, solo a los discípulos. No se apareció a Anás, ni a Caifás, ni a Pilato, tampoco a los soldados romanos o a los que se burlaron de Él mientras estaba en la cruz. ¡Me hubiera encantado verles la cara a esos sinvergüenzas! Pero no, Jesús no se manifestó a ninguno de ellos, solo a los que lo amaban.

¡Cómo nos gustaría que hoy mismo Jesús se le apareciera a todos lo que se burlan de Él, a los que gritan que si existe Dios se haga presente, incluso a nuestros familiares y amigos que no creen! Pero Jesús ya dijo cómo podemos experimentarlo y no podemos cambiar esto. Es necesario creer en Él y decidir amarlo voluntariamente.

Un día Jesús se manifestará al mundo entero, pero será para aplicar su justicia. Mientras tanto, Él sigue reinando en los corazones sensibles y humildes de quienes le han aceptado como su Salvador.

Los que le amamos tenemos mucho que celebrar, porque sabemos que el plan de salvación se puso en marcha desde su nacimiento y somos los beneficiarios eternos de todas las promesas de Dios.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

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