“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite…” Isaías 9:6-7

Después de setecientos años, esta profecía se cumplió en Jesús. En ella menciona cinco nombres que muestran su carácter y obra.

1. Admirable. Significa “que causa admiración o es digno de admiración”. En el hebreo, admirar significa “estar atónito, maravillarse, estar pasmado”. Jesucristo es sublime, sin par, y al conocerlo quedamos extasiados por sus atributos extraordinarios. Jesús nunca pasaba desapercibido; por donde iba la multitud que le seguía quedaba maravillada por sus obras; pero también escuchando sus enseñanzas llenas de sabiduría y gracia.

2. Consejero. Él es la Palabra viva, el guía infalible, la sabiduría inagotable, la Verdad y el Camino. Conoce desde la eternidad los designios del Padre Celestial. Jesús siempre invitaba a la gente a recurrir a Él para todo lo que necesitaban. Aunque Jesús ascendió a los cielos y está a la diestra del Padre, envió al Consolador, al Espíritu Santo que nos ayuda, guía y aconseja diariamente.

3. Dios Fuerte. Jesucristo es Dios encarnado. La palabra traducida como “fuerte” tiene el significado de “héroe”, campeón de batallas. ¡Aleluya! El Señor es el héroe infinito en poder, el guerrero divino que ha triunfado sobre el pecado y la muerte.

4. Padre Eterno. Jesús revela al Padre invisible. En Juan 14:9 leemos: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre”. Este nombre expresa su cuidado paternal. “Eterno” también significa “siempre presente”. El Señor habita en los corazones de sus redimidos.

5. Príncipe de Paz. Su reino estará caracterizado por el conocido “Shalom” hebreo, que incluye sanidad, bienestar, prosperidad, gozo y cese de la enemistad. Su gobierno es de justicia y paz. Él mismo nos invita a recibir su paz verdadera: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo”. (Juan 14:27).

¡Qué maravilloso es nuestro Salvador y Rey! ¡Cómo no alabarlo, adorarlo, exaltarlo y darle gracias eternamente por la obra que ha hecho a nuestro favor! No olvidemos que Él es el motivo de nuestra celebración.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

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