“Entonces Jehová dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante? Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él”. Génesis 4:6-7.

Caín le trajo a Dios una ofrenda de frutos de la tierra y estaba ansioso por recibir su aprobación. Sin embargo, el Señor no aceptó su ofrenda. La Biblia no dice por qué Dios la rechazó. Quizá la actitud de Caín fue inapropiada, o quizá su ofrenda no cumplía las normas de Dios. En cambio, recibió con agrado la ofrenda de Abel, su hermano. ¡Qué rabia! El semblante de Caín reflejaba el enojo que sentía.

Entonces Dios, como un Padre amoroso, le preguntó qué le pasaba. Él lo sabía, pero quería que Caín reconociera lo que le estaba molestando. Dios le advirtió sobre el poder destructivo del pecado. Caín tenía ante él la oportunidad de hacer lo correcto o abrir la puerta al pecado que estaba acechándole. La historia bíblica dice que terminó siendo el primer homicida de la tierra.

Todos tenemos que tomar diariamente la decisión de Caín: Hacer el bien o el mal. El pecado está ante la puerta de nuestro corazón. Una puerta es un límite y nosotros somos quienes decidimos lo que dejamos entrar. Hoy, la palabra puerta ya no se refiere solo a una tabla de madera con bisagras, hay también puertas tecnológicas que se abren solo con un clic y que encierran enormes peligros.

Dios le dijo a Caín: “El pecado está a la puerta, al acecho y ansioso por controlarte; pero tú debes dominarlo y ser su amo”. Eso significa que cada uno es responsable de controlar sus deseos. Nosotros decidimos si queremos vencer la tentación o dejarnos seducir.

Cuando recibimos a Jesús como nuestro Salvador y Señor, Él nos liberta de la esclavitud del pecado y nos da poder a través del Espíritu Santo para ser vencedores. El pecado seguirá estando a la puerta, pero ya no luchamos contra él en nuestras fuerzas. Si le damos lugar al Espíritu Santo nos capacitará para no ser dominados por aquello que nos separa de Dios. La decisión es nuestra.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

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