“Pero no agradó a Samuel esta palabra que dijeron: Danos un rey que nos juzgue. Y Samuel oró a Jehová.  Y dijo Jehová a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos”. 1 Samuel 8:6-7.

Samuel fue un profeta que cumplía al pie de la letra todo lo que Dios le decía, pero eso no significaba que todas las personas aceptaran su liderazgo sin quejarse. Después de muchos años de ser dirigidos por este fiel hombre de Dios, el pueblo le pide un rey “como tienen las demás naciones”. Ya no querían ser dirigidos por Samuel, ahora querían lo que tenían los otros países, sin importar si era bueno o malo.

“Pero no agradó a Samuel esta palabra”. Ponte en sus zapatos. Después de invertir su vida en guiar y cuidar al pueblo, ahora simplemente lo desechan. Frente a esta situación, lo mejor que pudo hacer el profeta fue ir a Dios y expresarle lo que sentía. La respuesta fue muy significativa: “No te han desechado a ti sino a mí”. En otras palabras: “No lo tomes como algo personal, esta petición significa que ya no quieren que reine sobre ellos. Dales lo que quieren”. El resto es historia. Israel muy pocas veces disfrutó de reyes compasivos, bondadosos y espirituales.

A veces nos sentimos identificados con Samuel cuando hablamos de Cristo con amor y nos rechazan, cuando nos brindamos con todo nuestro ser y nos devuelven mal. Sí, oramos como Samuel y le manifestamos toda nuestra tristeza, frustración, enojo e impotencia a Dios. La respuesta será la misma: “No lo tomes como algo personal, no te están rechazando a ti sino a mí”.

¿Qué hizo Samuel después de escuchar a Dios? Siguió siendo fiel. Aunque el pueblo manifestara arrepentimiento de tanto en tanto o derramara alguna “lágrima de cocodrilo”, Samuel sabía que su misión terminaría solo cuando Dios se lo dijera. Muchos años después, cuando Saúl ya reinaba sobre ellos, Samuel dijo: “Lejos estará de mí pecar contra el Señor dejando de rogar por ustedes; al contrario, me comprometo a instruirlos en el camino bueno y recto”. (1 Samuel 12:23). ¡Qué corazón, Samuel!

No desmayes por la opinión que otros tengan de ti. Mantén tu corazón sano. Continúa con tu misión escuchando solo a Dios. Espera en la justicia divina, pero sobre todo en su misericordia. Un día delante del tribunal de Cristo escucharás al Señor decir: “Bien buen siervo y fiel”.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

compartir por messenger
compartir por Whatsapp