“Dijo el Señor: Simón, Simón, Satanás ha pedido zarandearlos a ustedes como si fueran trigo; pero yo he rogado por ti, para que no te falte la fe. Y cuando eso pase y tú vuelvas a mí, fortalece a tus hermanos”. Lucas 22:31-32.

La palabra zarandeo en griego es siniazo que significa “apalear, aventar, cernir”. El apóstol iba a ser sacudido como se sacude el trigo para dejar la semilla limpia.

Estoy seguro que Pedro habrá pensado: “¿Zarandeado Señor… en serio?”. Y como no era de los que se quedaban callados, dijo: “¡Señor, dispuesto estoy a ir contigo no sólo a la cárcel, sino también a la muerte!” (v. 33). ¡Wow! ¡Qué confianza… en sí mismo! Pocas horas después, el canto de un gallo lo volvió a la realidad.

¿Por qué el Señor permitió que el diablo zarandeara a sus discípulos si los amaba tanto? ¿Por qué aprobó que Pedro pasara por una prueba tan grande si sabía que lo iba a negar? Jesús sabía que el zarandeo era necesario para que la fe de ellos creciera. De hecho, le dijo a Pedro que una vez que pasara por esta prueba ¡él ayudaría a sus hermanos a permanecer fieles al Señor!

Pedro no fue el mismo después de haber negado a Jesús. ¡Su fe en Cristo fue mucho más fuerte! Ahora dependería del Señor totalmente. Lleno del Espíritu Santo se atrevió a lo imposible. Fue usado con poder para sanar paralíticos, resucitar muertos, ¡hasta su sombra sanaba enfermos! Incluso dice la historia que murió crucificado cabeza abajo porque no se sentía digno de morir como su Maestro.

No todos los zarandeos son iguales, tampoco son eternos. Él sabe lo que permite en nuestras vidas porque no hace nada sin tener un propósito en mente.

Cuando sientas que el “tamiz” te está sacudiendo demasiado, recuerda esta promesa: “Yo estoy rogando por ti para que no te falte la fe”.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

compartir por messenger
compartir por Whatsapp