Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada; mas la lengua de los sabios es medicina”. Proverbios 12:18

Debido a la pandemia, en los últimos dos años, nos hemos visto forzados a hacer cambios drásticos en nuestro estilo de vida. Estos cambios tan bruscos nos han afectado en muchos niveles y uno de ellos es la manera en que nos estamos comunicando.

Si la comunicación siempre ha sido un motivo de estudio por lo que significa en todos los órdenes de la vida, cómo no detenernos por un momento a considerar si la manera en la que estamos hablando es fuente de acuerdos o desacuerdos, de ánimo o estrés, si derriba o edifica.

En medio de una cultura saturada de palabras, quizás hemos perdido la capacidad de entender el peso que tienen. Acostumbrados a hablar lo primero que se nos viene a la cabeza, rara vez nos detenemos a meditar en el efecto que tiene lo que decimos.

La Palabra de Dios dice en Proverbios 12:18“Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada; mas la lengua de los sabios es medicina”.

Cuando las palabras que nos decimos unos a otros están inspiradas por el amor, la sabiduría y la guía de Dios, son capaces de traer alivio al que se encuentra triste, aliento al que ha perdido la esperanza, valor al que se desprecia, compañía al que está solo, calma al desesperado, dirección al que no sabe a dónde se dirige… Pero también conocemos los efectos devastadores de las palabras que fueron pronunciadas con desprecio y crueldad. Han sido como perforaciones de espada en el corazón, causando un dolor difícil de curar.

Quizás en este tiempo sea más desafiante que nunca poner “vigilancia sobre la puerta de nuestros labios” como dice el Salmo 141:3. Cuando el estrés es alto y las demandas constantes, es fácil perder la calma y muy difícil contar hasta diez. Entonces, ¿Qué hacer?

Supervisar nuestro corazón diariamente sería una buena manera de saber en qué punto nos encontramos emocionalmente hablando. No debemos dejar que el enojo y la frustración se acumulen porque buscarán alguna vía de escape. A veces necesitamos pedir un “time out” para calmarnos, reflexionar y ver cómo reorganizarnos en lugar de seguir arrojando más “leña al fuego”.

Necesitamos trabajar en nuestros límites porque son los que nos ayudan a definir, entre otras cosas, sobre qué debemos hacernos responsables cada uno. Los límites sin duda ponen en orden nuestra vida. Nos permiten tener una idea más clara de nosotros mismos y nos ayudan a mejorar nuestras relaciones con los demás.

Debemos buscar momentos y actividades que nos ayuden a descomprimir el estrés diario y nos permitan disfrutar de la compañía de las personas que amamos.

Y fundamentalmente, necesitamos tiempo a solas con Dios. Él es el único que nos escuchará sin interrupciones; quien puede darle descanso a nuestra alma; quien está dispuesto a llevar nuestras cargas y puede transformar momentos desafiantes en oportunidades para ser de bendición con nuestras palabras.

¿Qué saldrá de su boca hoy, golpes de espada o medicina? Sea una persona que traiga alivio a la vida de muchos a través de sus palabras.

Cortesía Alexandra Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

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