“Y dijo Sansón: Muera yo con los filisteos. Entonces se inclinó con toda su fuerza, y cayó la casa sobre los principales, y sobre todo el pueblo que estaba en ella. Y los que mató al morir fueron muchos más que los que había matado durante su vida.” Jueces 16:30.

Según la Biblia, Sansón ha sido el hombre con más fuerza del mundo. Fíjese que no dije el más fuerte. Su fuerza se activaba cuando el Espíritu Santo venía sobre él.

En el libro de Jueces leemos su historia y descubrimos que muchas veces jugueteó con el pecado. Lo cierto es que esa actitud lo llevó a una muerte temprana. Sansón murió joven y quienes lo lloraron estarían seguros de que si hubiera sido más sabio, prudente y hubiera pensado más en los otros que en él mismo, su historia hubiera sido otra.

Al hombre con más fuerza del mundo lo traicionó su autoconfianza. Confió más en su pelo que en el pacto de consagración que había hecho como nazareno. No era una cuestión que arreglara un peluquero, sino un problema en su corazón.

¡Cuán importante es recordar de quién recibimos y a quién le pertenece todo lo que tenemos y somos! Corremos un enorme peligro cuando comenzamos a creer que nuestros logros se deben a nuestros talentos, dones, carácter o determinación. Cuidado cuando empezamos a confiar más en nosotros y menos en Quien nos dio la capacidad y la sabiduría. Dios siempre es quien debe llevarse la gloria, y si esto no es así, Él puede permitir ciertas situaciones que nos despierten y nos hagan ver nuestra realidad espiritual.

Cuando Sansón se dio cuenta, ya era tarde. Estaba encerrado en una prisión filistea atado a un molino de harina. Solo tuvo una última oportunidad de usar su fuerza, pero esta vez para morir junto a miles de filisteos atrapados por un edificio que derrumbó cuando quebró sus columnas con sus propias manos. Un final muy triste.

“Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas. No seas sabio en tu propia opinión; teme a Jehová, y apártate del mal.” Proverbios 3:5-7.

Cortesía Pastor Pablo Giovanini
Iglesia Cristiana Renacer en Lynn, MA

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